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Marco Sifuentes
Periodista

Crónicas Marcianas

Publicado el 10 de marzo del 2019

Marco Sifuentes
Periodista

Crónicas Marcianas

Publicado el 10 de marzo del 2019

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Ah, los años 90, cuando la incipiente Internet empezó a permitir que los fans de los cómics abandonemos nuestro ostracismo y nos conectemos unos con otros. Era emocionante. Más que eso, era –a falta de una mejor palabra– reafirmante. La validación social de una individualidad que hasta entonces solo parecía aislarte de los demás. De discutir online pasamos a tomar unas chelas. Todo bien, muy diversos gustos y procedencias. Pero en esas reuniones había un sesgo muy grande. Uno que no se hizo evidente hasta que su encarnación misma se materializó en una reunión: una chica.

No hubo ningún incidente tipo The Big Bang Theory, recuerdo. Todo transcurrió dentro de esa súbita y artificial formalidad que se apodera de cualquier grupo de buenos chicos que quieren hacer sentir cómoda a una chica nueva. Pero ella nunca volvió. No era su mundo. No encontró ninguna reafirmación.

Ahora, imagínense la misma situación pero al revés. Sin nada de buena onda. En plan anónimo, cobarde, masivo. Refugiados detrás de celulares. Un grupo de hombres hostigando a una mujer que se ha atrevido a entrar en su mundo. Atacando.

Bienvenidos al mundo de los incels.

***

Carol Danvers fue creada en 1968, como un personaje secundario del mundo del Capitán Marvel, un superhéroe extraterrestre cuyo alias (“Mar-Vell”) lo convertía en una especie de símbolo de la casa editora. Danvers, en cambio, era una piloto de combate normal, colega del protagonista. No sería hasta 1977 cuando un accidente le dé poderes –y un nombre– parecidos a los del héroe masculino. En la tradición de Supergirl o She-Hulk, Danvers se volvió la versión femenina de una figura más popular: Ms. Marvel.

Pero aquí ya había un detalle. No era MISS Marvel. Era “Ms.”, una abreviatura que se había vuelto una causa de la lucha feminista del momento (algo así como el “todos y todas” de hoy). Una revista feminista, fundada en esos años, hasta hoy se llama “Ms.”. De hecho, cuando Marvel le dio su propia revista la publicitó como “la primer superheroína feminista”.

En 2012, Marvel dio el paso final. El capitán original había muerto definitivamente, después de, como se estila, sacrificar su vida para salvar al universo. Fue el Capitán América, patriarca y voz oficial de este universo superheroico, quien le sugiere a Danvers convertirse en the all-new Captain Marvel. Es decir, en la nueva estandarte del nombre de la casa editora. “Es lo que Mar-Vell hubiera querido”, asegura el Cap.

Los traductores al español, quizás sin quererlo, llevaron la cosa hasta las últimas consecuencias. En castellano, los rangos militares no tienen femenino. No existen la generala ni la coronela. Son solo “la general” o “la coronel”. Y Danvers pertenece, después de todo, al mundo militar. Pero ellos tradujeron “Capitana” Marvel, acentuando su femineidad. Remarcando la diferencia. Sembrando el camino para la furia incel.

Pero ellos tradujeron “Capitana” Marvel, acentuando su femineidad.

Como la anécdota inicial de este texto, la película de Capitana Marvel también ocurre en los 90. En una escena, su protagonista dice que no tiene nada que demostrar. Y eso es cierto en más de un nivel. Después de todo, Wonder Woman ya fue el éxito femenino superheroico que tantos y tantas reclamaban. Guardians of the Galaxy ya fue un hit construido con personajes desconocidos fuera del mundo comiquero. Y hasta Twilight, nos guste o no, ya había probado hace años que una mujer podía ser perfectamente el rostro de una franquicia hollywoodense.

Y, sin embargo, la película terminó podrida” antes de su estreno. Cayó en el ránking de Rotten Tomatoes de 97% a 53%. Usuarios que aún no habían visto la película, le bajaron el dedo. Todos eran hombres ofendidos por unas declaraciones de Brie Larson, la protagonista, que observó, en una declaración casi al pasar, que la mayoría de críticos de cine norteamericanos eran “hombres blancos”.


Esto gatilló a la siempre sensible comunidad de incels (“célibes involuntarios”), la punta de lanza de los activistas “por los derechos del hombre”. Llenaron la página de evaluaciones cinematográficas con comentarios negativos tipo “la actriz ya dijo que no es para mí” o estoy harto de los personajes SJW (social justice warriors)”. Además, se han organizado boicots al estreno y hasta peticiones para borrar la historia del canon del Universo Cinematográfico Marvel.

La avalancha incel fue de tal magnitud que Rotten Tomatoes tuvo que anular —ya era hora— la posibilidad de evaluar una película antes de su estreno. Los incels lo tomaron como una victoria contra “la agenda feminista de Disney”.

***

Como era de esperar, el ataque incel no se reflejó en la taquilla de Capitana Marvel (que ya es el mejor estreno individual MCU después de Black Panther). Hubo críticos escandalizados por lo que llamaron “escenas anti-hombre” (¡Nick Fury aparece lavando platos!, aunque no lo crean, fue la escandalizada observación de uno de ellos), pero, en general, el film ha sido bien recibido (80% en la apreciación de la crítica).

Tampoco funcionó contra Star Wars: Last Jedi y otros casos anteriores de boicots machistas contra otras películas y series de televisión. Pero sí podrían generar, a la larga, un ambiente hostil, en el que una productora lo piense dos veces antes de poner a una protagonista mujer y, sobre todo, en el que una mujer lo considere ás de una vez antes de decir lo que piensa sobre los patentes privilegios que, históricamente, hemos tenido los hombres. Si esto le pasa a una actriz de Hollywood, que de por sí ya tiene una plataforma de respaldo para difundir sus ideas, imaginen lo que puede sufrir una anónima cualquiera.

Capitana Marvel, la película, además de entretenida, conserva parte de la agenda feminista que tuvo su cómic original y, la verdad, los ataques contra ella demuestran que aún resulta más necesaria que nunca.

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