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Marco Sifuentes
Periodista

Crónicas Marcianas

Publicado el 14 de febrero del 2019

Marco Sifuentes
Periodista

Crónicas Marcianas

Publicado el 14 de febrero del 2019

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Dice la leyenda que en 1999, Guillermo del Toro le hizo una propuesta a James Cameron. Una película “para su hija de 8 años”, que no encontraba en el cine suficientes protagonistas femeninas fuertes, libres, inspiradoras. Del Toro tenía al personaje perfecto: GUNNM, conocida en el mundo occidental como Alita: Battle Angel.

Dos décadas después, esta semana, el proyecto se convirtió en un estreno que muchos otakus temen. A los aficionados al manga, esta historia ya les suena familiar. Tan familiar que es un meme. Convertir una historieta japonesa en un anime ya supone una leve degradación. Pero eso no se compara con el desconcertante ridículo que han sido, sin excepción, las que han dado el siguiente paso: las versiones live-action o, como decimos en español, “con actores”.

¿Por qué no sucede lo mismo con las adaptaciones de cómics de superhéroes? ¿Por qué este destino fatal? Why, oh dioses del manga?

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Un poco de historia antes de ensayar una respuesta:

La película gringa de Dragonball es, quizás, el pecado original, el molde de donde se engendró el resto de desastres, a inicios de siglo. Hace poco tuvimos Ghost in the Shell, con una Scarlett Johansson enfundada en una rochosa peluca que era lo más artificial de ese futuro cyberpunk. Sin olvidar, por supuesto, las adaptaciones de Netflix que cimentaron el meme: Death Note con actores gringos y la Full Metal Alchemist con actores japoneses (¿no debería haber sido al revés?). Aquí los ejemplos sobran.

Hay, sin embargo, algunas adaptaciones que no llegan a ser un desastre unánime. Las tres de Rurouni Kenshin, quizás. A mí no me gustó –me chirrió– el Meteoro de las Wachowski pero tengo que reconocer que se trata de una propuesta coherente. Sobre la que quizás no hay ninguna polémica es la espectacular Old Boy protagonizada y dirigida por Park Chan-wook; quizás la mejor película basada en un manga de todos los tiempos, aunque, claro, ¿cuántos de nosotros hemos leído la historieta original?

Aquí quizás tenemos una primera pista. La industria japonesa de historietas está basada en una oferta desbordante de apuestas personalísimas. El mangaka escribe y dibuja todo. Aunque las estrellas suelen tener asistentes para fondos, tintas y rotulado, el producto final siempre responde a una sola persona. Hay excepciones, pero son eso: casos especiales (como CLAMP).

Se me ocurre, entonces, que una de las fallas de traslación es esa: saltar de un proyecto personal oriental a los procesos fordianos de una industria occidental. Quizás por eso las Wachowski y Park Chan-wook son los que han ofrecido mejores adaptaciones. Son lo que Hollywood llama “autores”. Se apropian de un manga, en vez de convertirlo en un producto más. Interpretan una sensibilidad ajena, en vez de procesarla en una maquinaria.

Pero nada más procesador y más maquinaria que Disney/Marvel. Entonces, ¿por qué ellos sí pueden terminar como live-action más que decentes y los mangas sufren? Intentemos otro ángulo para responder.

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A pesar de lo que sugieren los cameos de Stan Lee, sus superhéroes no le pertenecen. Son de Marvel, ahora de Disney. Spider-Man ha sido dibujado por, literalmente, centenares de artistas. No hay un estilo “oficial”. No nos choca verlo encarnado por tres actores en pocos años, porque en los cómics Peter Parker ha tenido tantas caras como dibujantes han pasado por él.

En cambio, un manga es su estilo. Solo hay una versión de Gokú, solo hay un Naruto. Todo desvío de su imagen oficial resulta chocante. Forma y contenido son indesligables.

Pero hay algo más. En el manga, un personaje es su historia. Para que Tetsuo sea Tetsuo tiene que vivir lo que le sucede en Akira. En cambio, un superhéroe –al margen de la inevitable origin story – vive miles de sagas y sigue siendo el mismo. Necesito seguir siéndolo y, de hecho, esa es su gracia. Por tanto, es más fácil de adaptar. Una saga del cómic se puede combinar con otra y sale una buena película. En cambio, un personaje de un manga no puede darse el lujo de vivir algo diferente. Porque sino termina siendo otra cosa.

Todas estas son, por supuesto, ideas en borrador. Aproximaciones muy iniciales a un tema espinoso y gatillador de pasiones. ¿Será Alita la demostración de estas hipótesis o su refutación? Como dicen en los animes: つづく

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