Fundación BBVA Perú
Publicado el 24 de julio del 2020
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Desde 1999 cada cuarto domingo de julio se celebra el Día Nacional del Pisco. La bebida de bandera presente en la historia, tradición y cultura de nuestro país, y cuya presencia se manifiesta también en nuestra literatura.

El pisco debe su nombre al valle de donde es oriundo. Llamado así por el vocablo quechua “pishku”, que denomina a las aves. En este puerto se exportaron las primeras botijas de barro con aguardiente de uva, a las que por referencia también se les llamaba “piscos”.

El pisco forma parte de la historia y cultura de los peruanos. Y la tradición literaria así lo demuestra.

Ricardo Palma

El tradicionalista es quien más profusamente detalla la presencia del pisco desde el virreinato hasta la república. En “La historia del Perú por el padre Urías”, cuenta que no hay merienda en Lima que no se anticipe con un “moscatel o un buen pisco”.

En otras tradiciones, don Ricardo  lo presenta bajo denominaciones populares de la época:
‘Alborotador quitapesares’ en: “El mes de diciembre en la antigua Lima”.
‘El pisqueño’ en: “La proeza de Benites” y “Los buscadores de entierros”.
´Piscolabis’ en: “¡A nadar peces!”.

Además Palma ensaya definiciones:

Pisco – La tinajuela de barro en que el productor vende el aguardiente”. (En: “Neologismos y americanismos” de 1896 y en “Papeletas lexicográficas” de 1903).

“Piscolabis – ‘Echar un piscolabis’ es beberse una copa de aguardiente de Pisco, provincia del Perú que produce un delicioso aguardiente de uva” (En: “Neologismos y americanismos”).

“Piscolabis – No es una refacción ligera, como dice el Diccionario, sino la copa de aguardiente que muchos consumen como aperitivo (…) ‘Antes de comer tomaremos un piscolabis’” (“Papeletas lexicográficas”).

Palma también lo llama “aguardiente”. En el libro La comida tradicional del Perú en la obra de Ricardo Palma” (2010), César Coloma hace un minucioso registro de todas estas menciones.

González Prada

Aunque don Manuel González Prada no era dado a los espirituosos (su pasión eran los postres), el pisco le sirve de inspiración.

En el libro póstumo “Libertarias” (1932), encontramos los versos de “La gran vendimia”:

“A chorro brota el jugo, rebalsan los lagares
Y exóticos vapores la atmósfera perfuman,
(…)
Como líquido fuego, resplandece en la copas
El alma de la viña… No más rencor ni luchas:
Bebamos por el mundo sin patrias ni fronteras,
Bebamos por un reino de la luz y de ventura”.

Una referencia más precisa la brinda su viuda, Adriana de Verneuil, en su libro de memorias “Mi Manuel” (1947), cuando cuenta que en los días previos a su viaje a Europa en 1891, realizaron una visita a la hacienda Cerro Alegre de Cañete. Tras una ardua cabalgata bajo un inclemente sol, los viajeros se vieron ante la disyuntiva de aplacar la sed con agua de acequia o con “aguardiente”.

Un mundo dividido

La tradición de ofrecer pisco a los viajantes aparece en la novela “Duque” (1932) de José Diez Canseco. El protagonista, Teddy y su madre realizan un paseo a caballo desde Barranco a Surco. En cada estancia los viajeros son agasajados con una copa de pisco.

“—Esta es la primera pascana. ¿Pisco o cerveza?
—¡Pisco, pisco!”.

Casi por la misma época, en 1932, Ciro Alegría habría de escuchar la historia que publicaría años más tarde en “Duelo de caballeros” (1962). El escritor purgaba prisión política cuando conoció a Carita, protagonista de un famoso duelo a chaveta ocurrido en el barrio de Malambo.

“Mientras tiraban los dados y bebían pisco en las penumbrosas cantinas de Malambo, aseguraban que Carita era muy capaz de hacerle pelea a Tirifilo, aunque pocos osaban afirmar que lo derrotaría”.

La narrativa urbana de los años 60

En su novela “Los geniecillos dominicales” (1965), Julio Ramón Ribeyro no solo presenta al pisco. También enseña a preparar tragos.

Ludo, el protagonista, tras renunciar a su empleo, compra una botella de pisco y otra de vermouth con las que prepara Capitán. En otra escena, acompaña a su tío a la trastienda de una pulpería en Santa Beatriz donde comparte Perú Libre: pisco con Coca-Cola.

El pisco además se sirve en el bar “El Triunfo” de Surquillo y en los lupanares de La Victoria. Ahí el pisco se bebe en “mulitas”, la popular ración de antaño.

En 1965 también se publicó “En octubre no hay milagros” de Oswaldo Reynoso. El pisco se sirve al final de una opípara cena en un chifa, y remplaza a un “licor de violetas”.

El Nobel

En la mítica escena final de “La ciudad y los perros” (1963), El Jaguar y el Flaco Higueras toman pisco mientras El Jaguar cuenta las peripecias de su boda con Teresita:

“Nuevamente tenía la copa de pisco en la mano y la movía con inteligencia: el líquido transparente llegaba hasta el mismo borde y regresaba”.

En “Conversación en La Catedral” (1969), Mario Vargas Llosa presenta a Santiago, quien desde el local del diario “La Crónica” en la avenida Tacna, se traslada hasta la Plaza San Martín:

“Cruza la Plaza y ahí está Norwin, hola hermano, en una mesa del Bar Zela, siéntate Zavalita, manoseando un chilcano y haciéndose lustrar los zapatos, le invitaba un trago”.

La presencia del pisco en la obra del Nobel es vasta. El desaparecido César Costa Aish en su libro “Bohemias prohibidas” (2019) detalla todas las menciones del destilado en los libros del Nobel.

Posmodernos

En la que quizás sea su mejor novela, Jaime Bayly menciona al pisco en “Los últimos días de La Prensa” (1996), cuando el director del diario, Larrañaga, comenta los efectos que unas copas producen en su editorialista:

“Parece que ha estado inspirado. Debe haber desayunado su pisquito en la barra del Maury”.

En la otra cara de la urbe, Oscar Malca retrata el espíritu de los jóvenes irredentos de aquella generación en crisis. En “Ciudad de M” (1993), el destilado aparece como último recurso:

“Tuvieron que conformarse con una botella de pisco. Pero el premio consuelo fue un Biondi baratísimo que compraron en la panadería que quedaba por la casa de Silvana”.

El renacimiento

En tiempos recientes, tras la revalorización de la bebida, el pisco emerge de la trastienda y los escenarios populares para convertirse en emblema de nacionalidad.

La celebración del Día Nacional del Pisco es también fiesta de la de la literatura peruana, encargada de honrar su historia y tradición. Salud por eso.

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