Hoy es el día del zurdismo. Tranquilos, no tiene nada que ver con ideologías políticas, sino con la necesidad de visibilizar las dificultades que padece, en un mundo diseñado para diestros, esa minoría de personas que tiene la izquierda como su mano más hábil. La efeméride, pactada desde 1976, busca destacar cuestiones pragmáticas, pero también simbólicas. Recordemos que en algunas tradiciones los zurdos han cargado durante siglos la mala fama de ser personas torcidas, sospechosas de haber conjurado un pacto maligno. A lo largo de varias décadas, las escuelas católicas, por ejemplo, intentaban ‘corregir’ a los alumnos zurdos, pues la Iglesia los consideraba «sirvientes del demonio». En muchos retratos antiguos, al Diablo se le identifica como zurdo. Y si nos remitimos a la Biblia, encontraremos más de cien referencias positivas a la mano derecha y poco menos de treinta negativas a la izquierda. Pero si en el cristianismo, las bendiciones solo pueden ejecutarse con la derecha; en el Islam, la mano izquierda se considera un elemento impuro, destinado a labores de ínfima trascendencia. En tiempos más recientes, algunos estudios asocian al zurdo con enfermedades como la demencia o trastornos como la dislexia.
Pero no quiero en esta columna de inquietudes literarias inventariar nombres de autores zurdos (Kafka, Lewis Carroll, Mark Twain, etcétera), sino referirme a novelas y cuentos protagonizados por zurdos. Tal es el caso de «La mujer zurda», de Peter Handke, premio Nobel de Literatura 2019, donde conocemos a Marianne, quien luego de separarse de su pareja cae en un pozo de incomunicación, de soledad, y se concentra en una serie de rutinas cotidianas para salvarse de la locura.
Pero no quiero en esta columna de inquietudes literarias inventariar nombres de autores zurdos (Kafka, Lewis Carroll, Mark Twain, etcétera), sino referirme a novelas y cuentos protagonizados por zurdos.
En “El hijo zurdo”, la española Rosario Izquierdo (qué apellido para más conveniente) nos presenta a Lola, mujer zurda, divorciada, madre de dos hijos; uno de ellos, Lorenzo, también escribe con la izquierda. Parece ser que es lo único que comparten, pues mientras Lola tiene ideas progresistas, él se vincula con grupos neonazis. La historia narra la pugna íntima de la madre por ‘recuperar’, pero sobre todo comprender, al más desobediente de sus hijos.
En México, Élmer Mendoza es un muy respetado autor de novela negra, representante de la llamada ‘narcoliteratura’. Algunas de sus novelas (“Balas de plata”, “La prueba del ácido” o, la más reciente, “Ella entró por la ventana del baño”) giran en torno al detective de la policía ministerial del Estado de Culiacán, Sinaloa, Edgar Mendieta, más conocido como “El Zurdo”. Mendieta tiene 43 años, siempre usa pantalones y casaca negra, fuma, escucha a Santana, a los Rolling Stones. Por cierto, detesta a los narcos, porque mataron a su mejor amigo.
La segunda novela del poeta español Benjamín Prado lleva por título, “Nunca le des la mano a un pistolero zurdo” (Plaza & Janés, 1996). Israel, el protagonista, es un amante de las películas de horror de serie B. Un día desaparece y el narrador, a partir de los testimonios de dos de sus amigos, intenta averiguar qué sucedió. A medio camino entre el relato gótico y el policial clásico, la novela habla del maltrato infantil y de cómo los hogares violentos condicionan el futuro de los niños que crecen en él.
Imposible no pensar en la Zurda, la chica yugoslava del cuento «Malos Modales», de Fernando Ampuero. Su presencia inquietante altera la vida de los jóvenes de La Punta durante un verano impreciso. Al perder a su novio, como una forma de supuesto desquite, la Zurda se dedica a inaugurar sexualmente a todos los muchachos vírgenes que tocan a su puerta siempre que no reclamen besarla en la boca. Un cuentazo.
Imposible no pensar en la Zurda, la chica yugoslava del cuento «Malos Modales», de Fernando Ampuero. Su presencia inquietante altera la vida de los jóvenes de La Punta durante un verano impreciso.
“La isla de los zurdos”, del francés Alexandre Jardin, narra la creación de una civilización en una isla de un archipiélago del Pacífico habitada únicamente por zurdos que conocen el verdadero significado del amor.
Otros personajes ficticios zurdos: el habilísimo ratón Jerry, de Tom y Jerry; Bob Esponja; el Capitán Garfio; La Viuda Negra de Avengers; Bart, Marge y Ned Flander de los Simpson; Arya Stark de Juego de Tronos. Por último, Billy the Kid, al menos cuando lo interpreta Paul Newman en la película “El Zurdo”.
(Nota al pie: el escritor español David Zurdo no ha sido incluido en esta lista por un detalle puramente conductual. Es diestro)