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Katya Adaui
Escritora, guionista y fotógrafa.

Publicado el 24 de noviembre del 2018

Katya Adaui
Escritora, guionista y fotógrafa.

Publicado el 24 de noviembre del 2018

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44 años de una de las mejores actuaciones de todos los tiempos.

GENA ROWLANDS EN “UNA MUJER BAJO LA INFLUENCIA”

Mueran niños, mueran para el señor Jensen. Mabel está eufórica. Hay una fiesta infantil en el jardín de su casa. Mientras el LAGO DE LOS CISNES suena en la pequeña radio que ella sostiene, junto con un globo rojo, mientras bate las manos al ballet y los conmina a imitarla, les ruega a sus tres hijos y a sus amiguitos, que le demuestren a un papá invitado cómo caen al suelo, uno por uno. Ella los aplaude, así, así, y al señor: ¡Vamos, acaban de morir para usted!

Esta escena de antología es solo la irrebatible confirmación de un papel escrito a la medida de un talento. Desde aquí, la recreación de las muertes insoportables, las de los niños, un inestable mundo familiar termina de fragmentarse.

Mabel es Gena Rowlands. La esposa de un endurecido maestro de obras, Nick (Peter Falk), muy chiflada, pero que intenta hacer siempre lo mejor que puede. Embarcar a los niños, recogerlos, entretenerlos, disfrazarlos; atender a la suegra, a los compañeros del marido, postergar entre pelea y pelea, el desatarse. ¿Cómo se controla la locura sin tratamiento? Estallará, pese a su amor por la vida, pese a toda su luz. Estallará porque no hay culpa.

Ese transitar entre la falsa y dulce calma y el brote; los balbuceos, los gritos, los ensimismamientos, los descuidos, hacen de la actuación de Rowlands una entrega memorable. Apabullante y valiente. Histórica. Actuar la locura es uno de los enfrentamientos más demandantes. No puede ser una copia, un roce, tiene que ser la encarnación misma. El cuerpo tomado por lo absoluto. Cate Blanchett, admiradora voraz, la estudió para su papel en Blue Jasmine de Woody Allen.

Y Nick la adora. Está arrebatado como ella. Un psiquismo frágil en un cuerpo tosco, ya macerado entre la devoción y el delirio. Él, trabajador del cemento, del cableado, apenas si une. Necesita una casa segura. Toma decisiones dolorosas: enviar a su esposa a un psiquiátrico y recibirla de vuelta como invitada a su propia fiesta, advirtiéndole que debe contenerse. Es brutal. Es devastación. Entre estos dos seres, ¿cuál violencia es menor? Las dos se equiparan en el espanto. Porque hay tres niños atestiguándola sin saber que la infancia es la infancia; es otra cosa.

 

El texto resultó intensamente dramático. Una escara supurante en la cara de los espectadores

UNA MUJER BAJO LA INFLUENCIA. Pero, ¿bajo qué influencia está esta mujer?

Gena Rowlands le había pedido a su esposo, John Cassavetes, que le escribiera un papel para una obra de teatro. Uno que hablara de sí misma; las tribulaciones de una mujer en la madurez. El texto resultó intensamente dramático. Una escara supurante en la cara de los espectadores. Rowlands dijo que se volvería loca si tuviera que repetirlo noche tras noche en el proscenio. Cassavetes lo transformó en un guion de cine.

A Hollywood le faltó, como otras veces, valentía. Es 1974. ¿Quién querría ver a una mujer en sus cuarentas en estado de crisis viviendo en un suburbio? Demasiado real. Para financiar la película la pareja buscó recursos en su propio entorno. Su amigo, Peter Falk, actuaba y triunfaba como el detective Columbo en ese momento. Impresionado por la potencia del guion, renunció a una película y puso medio millón de dólares de sus ganancias en la serie para apoyarla. UNA MUJER BAJO LA INFLUENCIA debía hacerse. Convocaron a estudiantes de cine que necesitaban prácticas; alguien donó su casa; Gena Rowlands se maquilló sola; Cassavetes robó luz del alumbrado público para filmar una escena de noche; llamó a su madre para que actuara como su propia madre.

Y sala de cine por sala de cine; pequeñas, periféricas; salas de universidades fueron abriéndose una por una, telones temblorosos a falta de un gran distribuidor, tras llamadas y cartas del propio director. Y el espaldarazo en un festival de cine llegó con Martin Scorsese, un amigo. Él dijo: mi peli no va si no va la de Cassavetes. El Globo de Oro para Gena Rowlands. Nominaciones al Óscar para ella y Peter Falk.

Gena Rowlands tiene hoy 88 años. Actúo en dupla creativa con su marido entre otras cintas notables como GLORIA, MINNIE AND MOSKOWITZ y OPENING NIGHTS. Opuestos y apasionados, supieron sacar lo mejor del otro sin derrumbarse ni destruir la casa.

Hay un Woody Allen porque hubo un John Casavettes. Como actor y director, un paradigma del cine independiente en Estados Unidos y en el mundo. Un obseso del Nueva York en la penumbra. De la gente anónima y esforzada que reconfigura una ciudad desigual. La revolución es de los locos.

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