La artista conceptual más importante del Perú fue una completa desconocida hasta los 76 años. Nacida en Iquitos, en 1935, Teresa Burga pasó la mayor parte de su vida trabajando en una agencia de aduanas. Sin embargo, en su vida secreta, dibujaba, pintaba y construía objetos que luego guardaba en cajas. Sus padres ya no sabían qué hacer ni dónde almacenar estas piezas inexplicables y aparentemente inservibles.
Teresa Burga nació artista y el mundo a su alrededor tardó demasiado en reconocerlo. Primero decidió estudiar Ingeniería, pero abandonó la carrera porque le pareció demasiado rígida. En cambio, en la facultad de Artes de la Pontificia Universidad Católica del Perú encontró un espacio de comprensión y también un grupo de amigos. Con Luis Arias Vera, Gloría Gómez-Sánchez, Jaime Dávila y Víctor Delfín fundaron el movimiento Arte Nuevo, que pretendía introducir las vanguardias artísticas europeas al pequeño panorama limeño.
A finales de los años sesenta ganó una beca Fullbright para estudiar en el Art Institute de Chicago. Se impregnó de renovadoras ideas, pero al volver al Perú encontró una dictadura que prohibía cualquier tipo de brote creativo o sistema que desafiara al pensamiento nacionalista.
Era muy difícil conseguir salas donde exponer. Sus performances, happenings e instalaciones no eran comprendidas. Era una precursora del arte multimedia. Usaba cajas de luz, diapositivas o sensores y descompuso poemas de Blanca Varela y Jorge Luis Borges en audios, partituras y dibujos. Lamentablemente, no existía en el país un lugar donde mostrar unas creaciones adelantadas a su tiempo.
Era muy difícil conseguir salas donde exponer. Sus performances, happenings e instalaciones no eran comprendidas. Era una precursora del arte multimedia.
El éxito, ya dijimos, llegó tarde. La “descubrieron” en la exposición La Persistencia de lo efímero. Orígenes del no-objetualismo peruano: ambientaciones / happenings / arte conceptual en 2007 y luego con la retrospectiva organizada por los curadores Miguel A. López y Emilio Tarazona, en 2010.
Pronto formó parte de las colecciones del MALBA de Buenos Aires, el PAMM de Miami o el Museo Ludwig de Colonia. La empezaron a representar galeristas de distintos puntos del mundo, como 80m2 Livia Benavides en Lima, Barbara Thumm en Berlín o Alexander Gray Associates en Nueva York.
Entre sus obras más conocidas están Perfil de la mujer peruana, una investigación sociológica realizada con Marie France Cathelat; Lima imaginada, grabados en linóleo; Copia del original o Prismas.
Ajena a la consagración, Teresa Burga trabajó en silencio y sin necesidad del aplauso. Con gran humildad y mucho esfuerzo logró una carrera enorme. “Uno debería ser siempre una aprendiz, alguien que trata de hacer algo y no sabe bien qué”, dijo en una entrevista. En ese entonces ya había sido avalada por la crítica, por el público y por los coleccionistas, pero ella, absorta en sus dibujos, seguía sin sentir interés por el éxito y sus vanidades.
Teresa Burga (1935 – 2021)