El próximo agosto se cumplen 120 años del nacimiento de uno de los guionistas y directores más brillantes de todos los tiempos, Alfred Hitchcock. Su película Los pájaros (1963) se basa en la novela homónima, escrita once años antes por Daphne Du Maurier.
La novela inicia con la frase que introduce el gran misterio: “El día 3 de diciembre, el tiempo cambió durante la noche… y fue invierno”. Luego presenta a su protagonista, Nat Hocken, un granjero que lleva una vida austera junto a su familia en un pueblo costero lejos de Londres. La presencia de los pájaros es inquietante desde un principio. Son los pájaros de siempre, los cotidianos, aunque alborotados. Hay un suspenso terrible. El personaje sabe registrar los cambios inusuales en la naturaleza que lo circunda. Registra, por ejemplo, que los pájaros siempre atacan con marea alta y gana tiempo para preparar su defensiva. Pero la familia se va quedando sin provisiones, sin vecinos que sobrevivan a los pájaros.
En ambos textos, el fílmico y el literario, el motivo de la agresión es incierto: ¿por qué atacan los pájaros? Nunca se devela. Finales abiertos que dejan a sus personajes a la deriva; textos enigmáticos.
El texto fílmico sustituye a la familia de granjeros por la rubia atractiva característica de la filmografía hitchcockiana. Hace su aparición por la calles de San Francisco. La vemos detenerse tras un silbido –alude a la publicidad en que Hitchcok descubre a la actriz, Tippi Hedren, y señala su hallazgo– y mirar hacia el cielo cargado de pájaros. En el caso fílmico, a diferencia del literario, la amenaza de los pájaros es demorada, introduciendo un conflicto psicológico. La chica rica y mimada, Melanie Daniels, se encapricha con un hombre, Mitch Brenner, que la ha desafiado y puesto en ridículo. Esta relación amorosa es obstaculizada por la presencia dominante de la madre de Mitch. La trama de este conflicto comienza, de manera significativa, en una tienda de pájaros en cautiverio. Se pone en juego la figura de unos love—birds, pajaritos amantes que participan en el desarrollo de la historia. Es una ironía. La situación se invierte: la especie humana termina en cautiverio, hostigada por la naturaleza.
Hitchcock, una vez más, usa el texto literario como excusa para desplegar sus obsesiones cinematográficas. Esta asociación delirante entre la presencia de los pájaros y la figura de una madre violenta se esboza en Psicosis.
Todo el tiempo la película nos anticipa información como recurso para crear mayor suspenso. Durante el incendio de la gasolinera, la cámara hace una vista aérea, a tal altura, que vemos todo el pueblo, la bahía que lo delimita y el vuelo enfocado de los pájaros. Es el comienzo del ataque sobre el pueblo y tenemos un punto de vista privilegiado. También se ciñe al plano subjetivo y produce carga semántica. La escena en casa de los Brenner, tras la agresión de los gorriones. Mitch explica al policía lo sucedido. Melanie persigue con la mirada los confusos movimientos de la madre. Esta imagen de la madre desde la mirada de Melanie es la indefensión que no sabe responder.
Otro personaje es el silencio y su intensidad dramática. Hitchcock extrema su potencial. La banda sonora se compone solo de chillido y aleteo. Y los personajes casi no gritan ni lloran. Cuando la madre se encuentra con una imagen espantosa, huye con la boca abierta pero el grito es mudo. Los pájaros atacan silenciosos. En la novela se había aludido al silencio una sola vez: “Las gaviotas continuaron atacándole desde el aire… sin ruido, silenciosas, protegidas por el batir de sus alas…”.
La película hace emerger un texto nuevo del texto literario, poniendo en paralelo dos amenazas: la de los pájaros y la llegada de la joven a Bodega Bay.
Hitchcock, una vez más, usa el texto literario como excusa para desplegar sus obsesiones cinematográficas. Esta asociación delirante entre la presencia de los pájaros y la figura de una madre violenta se esboza en Psicosis. El personaje dice de su madre que es tan inofensiva como los pájaros disecados. Es justamente convertido en su madre que comete los asesinatos. Y dice también que la frase “come como un pajarito” es una mentira, pues los pájaros comen una barbaridad.
Este comentario es una introducción en suspenso y un guiño tremendo a su siguiente película: Los pájaros.