Si tienes entre cuarenta y cincuenta años, sin duda recordarás el momento en que viste estas películas por primera vez. Incluso es posible que alguna haya marcado tu infancia o adolescencia. Por eso, a pesar de que no han envejecido del todo bien (ni tú ni ellas), les guardas afecto.
Me refiero a cuatro taquillazos de los ochenta e inicios de los noventa: «Dirty Dancing» (1987), «Mi pobre Angelito» (1990), «Cazafantasmas» (1984) y «Duro de Matar» (1988). Las vimos en el cine cuando se estrenaron y pocos años después volvimos a verlas en casa, incontables veces, muy posiblemente un viernes por la noche, en esas franjas televisivas de nombres rimbombantes tipo «Cine millonario» o «Función estelar».
Las cuatro cintas han sido desmontadas, diseccionadas o, mejor dicho, biografiadas en un documental que se encuentra disponible en Netflix desde fines del año pasado, cuyo título no puede ser más acertado: «The movies that made us». Mal que nos pese, eso hicieron estas películas con la generación que creció sin cable ni Internet. Nos formaron. Nos educaron. Nos dañaron.
1
Aunque se amaban en la pantalla grande, fuera del plató Jennifer Gray y Patrick Swayze se tenían mutua antipatía. Durante el rodaje su relación fue solo cordial. Pese a eso, a las dolencias de rodilla de Swayze y a que al principio nadie daba un centavo por el argumento, «Dirty Dancing» triunfó. Y lo hizo en una década dominada por Rocky, Rambo y Terminator. De hecho, los grandes estudios de Hollywood la rechazaron por las mismas razones por las que hoy seguramente la respaldarían: en el centro de la historia había una joven millonaria, empoderada, que ayudaba a una amiga a abortar y que, tras enrollarse con un tipo de una clase social más baja, se convertía en sensual estrella de baile. ¡Y todo en medio de un pueblo conservador del midwest estadounidense de los sesenta! Fue la pequeña productora de vídeos Vestron la que vio una oportunidad en «Dirty Dancing» (que en América Latina tuvo traducciones tan distintas como «Baile caliente», «Baile atrevido» y «Bailando suave»). El negocio fue redondo: con una inversión de apenas 6 millones lograron recaudar 214. Hubo dos factores adicionales que ayudaron a que la película se volviera un clásico contemporáneo: la canción principal, The time of my life, y la coreografía de la última escena, donde Patrick Swayze, luchando contra sus lesiones, toma a Jennifer Gray del abdomen elevándola sobre sus hombros. No lo intente en casa, por favor.
2
Han pasado ya treinta años desde que Macaulay Culkin se quedó solo en casa a merced de dos ladrones tontos. La película, desestimada por Warner debido al presupuesto que requería, fue retomada por la 20th Century Fox, que ganó enormes dividendos, pues «Home Alone» se mantuvo catorce semanas como número uno. La productora había previsto embolsicarse 8 millones de dólares durante los primeros siete días tras el estreno; pero acabó ganando 17 millones solo el primer fin de semana. Al final la recaudación mundial fue de 285 millones. Pocos saben que «Home Alone» (traducida condescendientemente como «Mi pobre angelito» para las salas de esta parte del mundo) fue hecha por un grupo de cineastas realmente novatos; o que las escenas que transcurre al interior de la residencia de los McCallister en realidad fueron filmadas en un estudio de utilería levantado en un gimnasio escolar; o que la nieve es toda falsa, pues en febrero de 1990 –cuando se rodó– era difícil recrear el clima navideño de diciembre; o que el gran Joe Pesci, uno de los ladrones bobos, acostumbrado a decir groserías en todos sus papeles, improvisó un lenguaje indescifrable lleno de gruñidos (insultos masticados) para reaccionar más ‘naturalmente’ después de cada golpe recibido.
3
Para los «Cazafantasmas» originales se pensó en Eddie Murphy y Joe Belucci, pero mientras Murphy no aceptó por tener comprometido otro rodaje, Belucci murió de sobredosis mientras se escribía el guión (como homenaje, los directores decidieron que el muñeco ‘Pegajoso’ llevara sus rasgos). En lugar de ambos se escogió al desconocido Ernie Hudson y al imprevisible Bill Murray. En el documental de Netflix se detallan los varios obstáculos que los realizadores fueron encontrando en el camino –el nombre de «Ghostbuster», por ejemplo, ya había sido registrado anteriormente y hubo que batallar para apropiárselo–, pero quizá lo más interesante es que esta extraña comedia de ciencia ficción fue una suerte de homenaje que el actor Dan Aykroyd quiso rendir a su familia, que pasó muchos años dedicada a la investigación de fenómenos paranormales. (Nota: son imperdibles las anécdotas acerca de cómo se compuso el tema principal, a cargo de Ray Parker Jr, y cómo fue diseñado el gigantesco Señor Malvavisco).
4
El héroe de «Duro de Matar» («Jungla de Cristal» en España) iba a ser Frank Sinatra. Esperen, eso tiene una explicación. Sinatra había protagonizado en 1968 «The Detective», película basada en una novela del mismo nombre, que era la precuela de «Nothing Last Forever», libro que tomaron como base los guionistas de «Duro de Matar». Por una cláusula contractual, Sinatra debía ser también protagonista de esa segunda parte, pero, claro, con 73 años encima, tendría que haber hecho del abuelo del policía John McClane.
Quien no aceptó fue Clint Eastwood, a quien el papel de McClane le pareció muy pobre para sus estándares. Los productores también consideraron llamar a Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger, Burt Reynolds, James Caan y hasta a Richard Gere. Al final, eligieron a un avispado pero inexperto actor de comedias románticas televisivas que, nadie podía imaginar en ese entonces, se convertiría en una de las estrellas mejor pagadas de Hollywood: Bruce Willis. El mérito de Willis fue componer un héroe real, humano, dubitativo, que podía combinar acción con humor en los momentos más tensos del enfrentamiento con los terroristas. La filmación estuvo llena de incidentes, como las quejas de los vecinos del edificio que se usó como locación (el Nakatomi Plaza), quienes protestaban constantemente por los cañones de luz, los ruidos de balas y estallidos en general que se oían de madrugada. Para la escena donde explota un helicóptero, las autoridades municipales de Los Ángeles, oyendo el clamor del vecindario, pidieron al director John McTiernan grabar en dos horas una secuencia que él tenía pensado grabar en tres días. «Duro de matar» ganó 140 millones de dólares. Si la pillas empezada en el cable, no la dejas de ver. Lamentablemente, ninguna de sus secuelas estuvo a la altura.
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Imagen © anarchosyn en Flickr