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Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 26 de noviembre del 2021

Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 26 de noviembre del 2021

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Maya Angelou escribió siete autobiografías. Tenía, desde luego, mucho que contar. Fue actriz, cantante, bailarina, escritora, poeta, cocinera, conductora de tranvías, activista y defensora de los derechos civiles. Una vida completa atravesada por un trauma en su primera infancia que la dejó muda hasta que fue capaz de recuperar su voz para proyectarla al mundo y dejar así su nombre inscrito en la historia.

Nació como Marguerite Annie Johnson en Missouri, Estados Unidos, en 1928. Hija de un matrimonio en llamas, recibió el nombre de Maya gracias a su hermano Bailey, compañero de vida y aventuras.  A los 8 años fue violada por el novio de su madre, quien fue condenado a un año de cárcel, pero solo pasó una tarde en prisión. Al salir fue asesinado, probablemente por algún familiar de Maya en señal de venganza. 

“Si hablaba con alguien más, esa persona podría morir también. Solo mi aliento, llevando a cabo mis palabras, podía envenenar a la gente. Tenía que dejar de hablar”, escribió en su libro de memorias más famoso, I Know Why The Caged Bird Sings, publicado en 1969. 

“Si hablaba con alguien más, esa persona podría morir también. Solo mi aliento, llevando a cabo mis palabras, podía envenenar a la gente. Tenía que dejar de hablar”

Maya enmudeció durante cinco largos años. En el silencio descubrió a los grandes autores que la acompañaron siempre.  Dickens, Poe o Shakespeare, su “primer amor blanco”, como lo describió alguna vez, y con el que se sintió profundamente comprendida gracias al Soneto 29: 

 

“Cuando en desgracia con la fortuna  y los ojos de los hombres / lloro solo mi condición de exiliado e importuno al cielo con mi llanto infructuoso”.

A los 16 años, mientras cursaba estudios de actuación y baile, se convirtió en la primera mujer negra en conducir un tranvía. Un año después dio a luz a su único hijo y, como madre soltera, tuvo que hacer malabares para costear los gastos de su manutención. Llegó, incluso, a trabajar en un burdel como prostituta y madame.

En 1951 se casó con un músico griego llamado Tosh Angelos, de quien adoptó el apellido con una ligera variación. Aunque el matrimonio duró poco, a partir de entonces se convertiría en la Maya Angelou que empezó a labrarse un camino en el mundo del espectáculo como bailarina y cantante de calypso.

Realizó una gira por 22 países europeos con la ópera Porgy and Bess, de George Gershwin, grabó su primer disco, Miss Calypso, aprendió hasta seis idiomas, se hizo amiga del gran representante de la literatura afroamericana, James Baldwin, y, posteriormente, de Martin Luther King.

Nunca abandonó la música, pero se involucró cada vez más en la escritura y en el activismo político. Vivió en Egipto y Ghana, donde se convirtió en editora del periódico The Arab Observer. Se vinculó a Vuzumsi Make, activista sudafricano, con quien mantuvo una relación sentimental. También trabó amistad con Malcolm X y Nelson Mandela. Al final de sus días, como conferencista y profesora, se le conoció como la doctora Angelou, aunque nunca terminó una carrera universitaria. 

Al final de sus días, como conferencista y profesora, se le conoció como la doctora Angelou, aunque nunca terminó una carrera universitaria. 

Maya Angelou cultivó una carrera imparable. Escribió una treintena de libros, entre autobiografías, ensayos, poemarios e, incluso, un par de libros de cocina. Recibió una nominación a los premios Emmy por su actuación en la miniserie Roots (1971), se animó en la dirección cinematográfica con Down in the Delta (1998)  y compuso canciones para Roberta Flack, como So It Goes. También, en su tiempo libre, volvió a entregarse al amor: se casó por tercera y última vez con el pintor y constructor inglés Paul du Feu.

Vital, incandescente, prolífica y muchas veces controvertida por el contenido sexual de sus obras y por su irreverencia religiosa, Maya Angelou exploró el racismo, el sexismo, los lazos familiares y la identidad en sus obras. Bill Clinton la convirtió en la primera mujer afroamericana en participar en una toma de mando, la de 1993, donde recitó su maravilloso poema On the Pulse of Morning. Años después, en 2011, y ya con el mundo a sus pies, Barack Obama le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad.

Murió a los 86 años, de forma natural, producto de algunas debilidades físicas que la mantenían alejada de los focos, pero jamás de la escritura. En ese momento se encontraba trabajando en una nueva autobiografía sobre su experiencia e intercambios con líderes mundiales. Las condolencias no tardaron en llegar desde todos los rincones donde su voz, una vez apagada, pero jamás silenciada, llegó a resonar con la fortaleza y vitalidad que la caracterizaron.

 

Maya Angelou (1928 – 2014)

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