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Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 4 de agosto del 2022

Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 4 de agosto del 2022

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No podría entenderse la vertiginosa y trágica vida de Marilyn Monroe sin mencionar su infancia huérfana. Ella, abandonada por un padre que nunca supo bien quién era y una madre esquizofrénica, vivió entre orfanatos, casas de acogida y amigos cercanos. La niña rota, víctima de abusos, encontró en el cine un mecanismo de evasión que practicaba todos los sábados. Hasta que un día, por qué no, en vez de sentarse en una butaca quiso estar dentro de una pantalla. 

El resto es historia. 

Sesenta años después de su muerte, su legado se reparte como las reliquias de un santo medieval. Su retrato, pintado por Andy Warhol, ha sido vendido a 182 millones de dólares y su vestido, el famoso vestido con el que cantó Happy Birthday, Mr. President, generó recientemente una polémica mundial cuando Kim Kardashian decidió usarlo para la gala del MET. Por otra parte, Blonde, la novela escrita por Joyce Carol Oates en 2000 se convertirá pronto en una  película con Ana de Armas en el papel de Marilyn. 

Entre muchos de los misterios que envolvieron su vida, el menos enigmático es el de su trascendencia: todos la adoraban y esa fascinación parece heredarse de generación en generación. 

Entre muchos de los misterios que envolvieron su vida, el menos enigmático es el de su trascendencia: todos la adoraban y esa fascinación parece heredarse de generación en generación. 

Norma Jean Baker o Marilyn Monroe, ya sabemos, fue una actriz radiante, un símbolo sexual de los años 50 y un icono definitivo. Sin embargo, nunca se sintió realmente querida. Su mundo afectivo quedó destrozado tras una infancia difícil de reparar. Se casó, se divorció, se volvió a casar. Era un corazón en constante búsqueda de salvación.  

Incomprendida por la gloria nacional del béisbol, Joe DiMaggio, buscó refugió en otro hombre poderoso, el dramaturgo Arthur Miller. Tampoco le funcionó. Una relación simultánea con los hermanos Kennedy, el presidente y el fiscal general, terminó por sumirla en ese cóctel de barbitúricos, alcohol y ansiolíticos que terminó con su vida a los 36 años. 

Marilyn, que nunca se conformó con solo paralizar el tiempo de quien la veía pasar, quiso ser mejor actriz y se apuntó a las clases del Método con Lee Strasberg. Acumuló, entre muchas películas, algunos títulos muy afortunados,  como Niagara (1953), How to Marry a Millionaire (1953), Monkey Business (1952), Some Like It Hot (1959) o The Seven Year Itch (1955), que le costó un divorcio y le granjeó una escena mítica, la del vestido blanco sobre una rejilla del metro de Manhattan. 

“Ella es una niña hermosa. No me refiero a la forma obvia, la forma tal vez demasiado obvia. No creo que sea una actriz en absoluto, no en ningún sentido tradicional.  Lo que tiene -esta presencia, esta luminosidad, esta inteligencia parpadeante- nunca podría salir a la superficie en el escenario. Es tan frágil y sutil que solo puede ser captada por la cámara. Es como un colibrí al vuelo: solo una cámara puede congelar su poesía”.

Es tan frágil y sutil que solo puede ser captada por la cámara. Es como un colibrí al vuelo: solo una cámara puede congelar su poesía.

Truman Capote escribió estas palabras en el perfil A Beautiful Child, donde, además, hace las veces de pitoniso y se adelanta a un futuro inimaginable para Marilyn en ese momento: 

“Esta hermosa niña no tiene ningún concepto de disciplina o sacrificio. De alguna manera no creo que envejezca. Es absurdo de mi parte decirlo, pero en cierta forma siento que se irá joven”. 

El documental El misterio de Marilyn Monroe: las cintas inéditas, dirigido por Emma Cooper, es el enésimo intento por aclarar las circunstancias de su muerte a partir de la reconstrucción de sus últimos días y un repaso breve por su biografía.  Incluso se insinúa alguna teoría conspirativa que implica al FBI y a los hermanos Kennedy. 

Difícil saber qué pasaba realmente por la cabeza de una mujer hipersensible, dañada emocionalmente, perseguida por los ojos de todo el mundo y  dotada para la cámara. Quizás, como dice ella misma en el documental: “Las cosas verdaderas rara vez salen a la luz. Son las mentiras las que se conocen”. 

Vida eterna al mito Monroe. 

Marilyn Monroe (1926-1962)

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