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Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 24 de julio del 2020

Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 24 de julio del 2020

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Su vida transcurre en Ayacucho, donde nació, en Cangallo o en Paras, en un entorno campesino. Se sabe poco o nada sobre su infancia. Solo se guardan datos de su existencia a partir de su unión con Mariano Bellido a los 15 años. Juntos  tuvieron 7 hijos y tierras donde cultivaban tubérculos y criaban vacas y ovejas. Hasta ahí la estampa de una familia rural y próspera y la de una mujer analfabeta, criada para ser madre y dirigir un hogar, como era costumbre en su tiempo. Pero el comportamiento rutinario de una vida anónima y pequeña dio un giro inesperado que le aseguraría un lugar en las páginas de Historia: María Parado de Bellido se convertiría en heroína al entregar su vida por la emancipación del Perú. 

El punto de quiebre en su destino fue su hijo Tomás. Un año antes de que José de San Martín declarara la independencia del Perú, Tomás decidió unirse a las filas patriotas de Juan Antonio Álvarez de Arenales y, posteriormente, a las de Cayetano Quirós, que luchaban contra del ejército realista. Su esposo, Mariano, hizo lo mismo con el sentido del deber y la urgencia que implica vivir en medio de una batalla. María se unió a ellos con convicción y entrega.  

Algunos historiadores aseguran que María firmaba las cartas que no sabía escribir con su segundo nombre, Andrea, el seudónimo elegido para convertirse en la espía de las tropas realistas, el nombre que le otorgaba el valor necesario para trabajar por la causa libertadora y alertar a los guerrilleros sobre la ubicación del enemigo. Las coordenadas secretas, que servían para que los patriotas se escondan o huyan, se las dictaba a un amigo de confianza llamado, probablemente, Matías Madrid.  Una de estas cartas dirigidas a su “idolatrado Mariano” fue olvidada por un guerrillero en una casaca descubierta luego por los españoles.

Algunos historiadores aseguran que María firmaba las cartas que no sabía escribir con su segundo nombre, Andrea, el seudónimo elegido para convertirse en la espía de las tropas realistas

Sus captores se ensañaron con ella. Fue detenida en su domicilio y trasladada a una casa en la Plaza Mayor de Huamanga para ser sometida a interrogatorios y torturas. La independencia ya había sido declarada primero en Huaura y luego en Lima, pero el militar español José Carratalá seguía sembrando el terror en la zona para intentar recuperar el poder a favor de los realistas. Después de ordenar la destrucción completa de Cangallo logró capturar a algunos líderes de las guerrillas, a alcaldes colaboracionistas con la causa independentista y a una mujer sospechosa de espionaje que vivía en la ciudad y cuyas cartas servían de brújula a los rebeldes. 

Ella jamás reveló los nombres de los guerrilleros ni a quién iba dirigida la carta y mucho menos quién realmente la escribió. Su silencio fue castigado con una orden de fusilamiento “para escarmiento y ejemplo de los posteriores por haberse rebelado contra el rey y señor del Perú”. Antes la hicieron dar una vuelta para que todo el mundo lo sepa y luego la llevaron a la plaza del Arco para asesinarla. Se cree que esto ocurrió el 1 de mayo de 1822 y que María Andrea tenía alrededor de 60 años. De Mariano y Tomás no se supo más y lo único más o menos verificable es que, años después, Simón Bolívar le otorgó una pensión vitalicia a las hijas.

El Museo Nacional de Antropología, Arqueología e Historia de Lima guarda un cuadro de Consuelo Cisneros, firmado en 1929, que recrea la escena: una mujer, cuyo rostro nunca se conoció realmente porque no existen retratos suyos de la época, un sombrero de paja en el suelo, un cura arrodillado y todo un pelotón de fusilamiento para acabar con su vida un segundo después. 

Ella jamás reveló los nombres de los guerrilleros ni a quién iba dirigida la carta y mucho menos quién realmente la escribió.

A partir de entonces todos los rostros que María Parado de Bellido ha adquirido han sido inventados por distintos artistas y su biografía se ha construido a partir del recuerdo y de la tradición oral. La historia de una mujer fusilada por proteger la causa libertaria se mantuvo viva gracias a las personas que seguían contando su vida como un ejemplo de sacrificio y patriotismo. 

Su nombre empezó a aparecer en los artículos y libros de Historia bastantes años después, como en Historia del Perú independiente de Mariano Felipe Paz Soldán, en 1868. “Entre las víctimas de esa época se cuenta la heroína Andrea Bellido, natural de Guamanga. No quiso descubrir al autor de una carta en que daba a los patriotas avisos secretos y circunstanciados de lo que se preparaba y hacía en el ejército del Virrey y prefirió la muerte en un banquillo”. 

A partir de entonces su vida empezó a cobrar importancia, pero tuvo que esperar hasta el siglo XX para ascender al panteón de los grandes héroes y heroínas de la patria y ser reconocida como una mártir de la independencia. La intervención de mujeres como ella, que asistían a los combatientes con alimentos, cuidados y ejercían labores de inteligencia, ha quedado tantas veces en el anonimato, como si una guerra se librará únicamente en el campo de batalla.  

María Parado de Bellido, madre, espía, mártir y heroína entregó su vida por la esperanza de mejorar las condiciones de vida de un país ensangrentado, pero también, en una dimensión más íntima y visceral, para proteger a dos de las personas que más quería en el mundo. 

María Parado de Bellido (1761 ó 1777 – 1822) 

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