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Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 26 de junio del 2020

Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 26 de junio del 2020

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La infancia debería ser feliz, pero no siempre lo es. La suya estuvo marcada por las exigencias de una madre  temperamental que se empeñó en convertir a su hija en la mejor cantante de todos los tiempos. No permitía que jugara o que asistiera al colegio y la obligó a ingresar al conservatorio aun cuando no tenía la edad suficiente para lidiar con las obligaciones de una estricta educación entregada a la música. De pequeña, María Anna Cecilia Sofía Kalogeropoúlou, hija de inmigrantes griegos afincados en Nueva York, soñaba con ser dentista, tener una familia, hijos y una vida apacible. “Pero el destino es el destino y no tiene escapatoria”, dijo alguna vez.  La primera en llegar y la última irse, como la definió su profesora de canto Elvira de Hidalgo, se transformó en una soprano colosal. María Callas, la divina, la prima donna assoluta, vivió el éxtasis del aplauso unánime, pero también la soledad, el rechazo y la desgracia. 

En el documental María by Callas, de Tom Volf, que reconstruye a través de cartas, entrevistas y material inédito la historia de fama y declive de una de las voces míticas de la ópera, se puede ver una de sus famosas interpretaciones, el aria de invocación lunar, Casta Diva, en la Norma de Vincenzo Bellini. María, o la Callas como todo el mundo la llamaba, aparece abrazada a sí misma, como conteniendo una fuerza sobrenatural que finalmente estalla en esa voz que la acercaba a los dioses. 

Maria By Callas | Official US Trailer HD (2018)

Corría 1956 y ella, a los 33 años, era una diva absoluta. Había logrado ubicarse en el lugar que su madre soñó y esa disciplina férrea y castrante de la infancia pasó a ser vigilada por su marido y posterior representante, Giovanni Battista Meneghini, 30 años mayor que ella.

“Probablemente se han escrito millones de palabras sobre la Callas y algunas sobre la criatura vulnerable, solitaria y esquiva que era María. Ella brilló durante un tiempo demasiado breve en el mundo de la ópera, como una llama que atrae la atención de todo el mundo. Tenía una magia extraña que era completamente suya”, escribió Tito Gobbi, uno de los más grandes barítonos italianos que compartió escenarios con ella en la Tosca de Puccini.

Casta Diva (Maria Callas)

Madama Butterfly, La Traviata, Lucia di Lammermoor,  Medea o Turandot son algunas de las óperas que más veces representó en los grandes escenarios del mundo: La Scala, Covent Garden, Metropolitan Opera u Ópera Garnier, donde la gente acampaba desde la noche anterior para conseguir entradas y verla. Convertida en una celebridad, perseguida por los fans, acosada por la prensa, su presencia dejaba una estela de arrogancia, mito y genio artístico cada vez que bajaba de un avión, daba una entrevista o se dejaba ver con su inseparable caniche en brazos. 

María Callas se quedó sin voz una noche de 1958, en Roma. Llegó resfriada a la función, salió a escena y desde la primera nota sintió que su voz no estaba en buenas condiciones. Entonces empezaron las críticas, los escándalos y sus memorables arrebatos producto de un carácter tempestuoso.

Entonces llegó a su vida Aristóteles Onassis, ese gran amor por el que dejó temporalmente su carrera para entregarse a la libertad, el lujo y la vida que nunca antes había disfrutado plenamente. “Un hombre cautivador, sincero, espontáneo…Onassis me convirtió en un animal domesticado”, dice la Callas en el documental de Tom Volf.   

Volvió a los escenarios, pero su voz ya no era la misma. Había perdido fuerza. Decían que porque bajó más de 30 kilos inspirada en Audrey Hepburn, por un desgaste natural producto de una vida demasiado desordenada o, simplemente, porque se le rompió el corazón. Todos hablaban, comentaban. La Callas siempre era noticia y leía su propia vida en los titulares de los periódicos. Así fue como se enteró que Onassis, después de nueve años de relación, la había dejado para casarse con Jackie Kennedy. 

"Callas Forever" de Franco Zeffirelli | trailer

¿Qué la hacía tan extraordinariamente magnética? ¿Por qué la adoraban y hundían a partes iguales? “La vida de María Callas fue una tragedia y un cuento de hadas al mismo tiempo. Hubo una lucha que nunca dejó de arder dentro de ella, la lucha entre Callas y María, entre la leyenda y la mujer”, escribe Ariana Huffington en su libro Maria Callas: The Woman behind the Legend.

Pier Paolo Pasolini la convocó para rodar Medea y ella aceptó, pero terminó extenuada. Poco tiempo después intentó suicidarse con el cóctel de tranquilizantes y barbitúricos que la mantenían despierta o dormida según su estado anímico. Intentó dedicarse a la dirección escénica y a la enseñanza, pero terminó por instalarse en París  con el fantasma de la relación irresuelta con su madre, el fracaso de su matrimonio, el desconsuelo por Onassis y la derrota de una voz apagada. Murió a los 53 años, probablemente a causa de todo eso. 

“En esencia, me habitan dos personas. Me gustaría ser solo María, pero también tengo que estar a la altura de Callas, así que estoy intentando lidiar con ambas tanto como puedo”, dijo en una entrevista cuando se encontraba en la cúspide de su carrera. Años después, como en la ópera Manon Lescaut de Puccini que tantas veces interpretó sobre un escenario, se encontraba sola, perduta, abbandonata. Sin ovación y sin amor, el fuego que antes le brotaba para iluminar todo a su alrededor terminó por consumirla. Pero el destino, efectivamente, no tiene escapatoria. María dejó de existir, pero la Callas vive para siempre. 

María Callas (1923 – 1977)

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