El último refugio del hombre aburrido es la piscina. Allí va el contador casi todos los días a imponer su rutina de velocidad por sobre la rutina de lo cotidiano. Está tomado por el sopor y entumecimiento de la vida que él mismo ha elegido: renegar de la mujer y del hijo y permanecer en un trabajo que detesta. Si va a estar entre un ida y vuelta, mejor que sea en la piscina. Estilo libre.
Durante una zambullida descubre un complot bajo el agua: otros hombres patalean y contienen la respiración. Formarán una figura que muy pronto se deshace. Como es contador, no puede evitar decirles en el camerino: Necesitan ser uno menos para que haya armonía. Ellos no quieren botar a nadie. Y lo invitan a formar parte.
Donde debió haber resta, hay suma.
El contador ha encontrado a sus pares. Hombres que intentan reconstruirse y repensarse practicando un deporte ajeno, considerado femenino: nado sincronizado. Hartos de competir entre sí, la piscina es zona liberada de subsistencia. Son hombres solos y sin ancla, hermanados por ropas de baño. Creen que el agua empozada y segura no los interpela. No se cuentan las vidas. Cada uno soporta como puede su secreto naufragio. Se reconfortan: Lo que sucede en la piscina, se queda en la piscina.
El momento desopilante ocurre durante su primera presentación: se trata de un cumpleaños infantil y son juzgados por los niños y sus padres. Para aumentar la humillación, un excremento flota hacia ellos y deben huir como apestados.
En estos treinta días, sometidos a presiones, a la vida misma, elegirán entre mantenerse a flote, nadar sin peso, respirar mejor o hundirse. ¿Con quiénes deben estar sincronizados? Consigo mismos.
Como todo equipo, deberán decidir si pasan de la diversión amateur al compromiso. Están a un mes del campeonato mundial en Milán. Tienen un mes para el entrenamiento extremo, del cuerpo y de la mente. En estos treinta días, sometidos a presiones, a la vida misma, elegirán entre mantenerse a flote, nadar sin peso, respirar mejor o hundirse. ¿Con quiénes deben estar sincronizados? Consigo mismos.
NADANDO CON HOMBRES es una comedia inglesa (2018), dirigida por Oliver Parker. Se basa en la historia real del equipo masculino de nado sincronizado sueco que triunfó en 2009 como el mejor del mundo.
La película podría haber aprovechado mejor su cuestionamiento a la masculinidad. Mostrar el quiebre del individuo, cuando cada integrante se enfrenta por fin a sus verdades, las impostergables. Cuando parece que asumirá el riesgo, Parker elige el camino de la buena onda, rechaza toda negatividad y, aunque divertida, logra algo tan profundo como la piscina que ha creado. Él mismo no se atrevió a bucearla.