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Renato Cisneros
Periodista, poeta y novelista

Que sabe nadie

Publicado el 3 de diciembre del 2018

Renato Cisneros
Periodista, poeta y novelista

Que sabe nadie

Publicado el 3 de diciembre del 2018

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Cuando pocos días antes de Navidad, el avaro prestamista Ebenezer Scrooge recibe en su casa la visita de un fantasma encadenado y quejumbroso, le toma unos segundos darse cuenta de que se trata del espectro de su ex socio, Jacob Marley. Siete años atrás, Marley había fallecido en la víspera de Nochebuena y si ahora vuelve es para advertirle a su viejo amigo que, de seguir siendo tan mezquino y desalmado como lo fue él en vida, si sigue aprovechándose de las personas con tal de hacer más prósperos sus negocios, se condenará a sufrir los peores tormentos cuando deje de existir. Antes de desaparecer, Marley le anuncia que en las próximas tres noches se le presentarán tres fantasmas distintos. En un principio el duro Scrooge desconfía, pero cuando a la noche siguiente se encuentra cara a cara con el primer espíritu, el Fantasma de las Navidades Pasadas, empieza a creer, y cuando el espíritu lo hace viajar a través del tiempo y le muestra su pasado, su infancia, su escuela, su casa, su vecindario y lo lleva a reencontrarse con amigos y familiares muertos, Scrooge cede en su escepticismo y amargura, muestra su lado más sensible y empieza a transformarse.

Así comienza el que quizá sea el libro navideño más famoso, me refiero a «A Christmas Carol», o «Cuento de Navidad», novela corta que Charles Dickens publicó en diciembre de 1843, seis días antes de Navidad, y cuyas primeras seis mil copias se agotaron antes de la Nochebuena de aquel año.

La novela de Dickens se convirtió rápidamente en un clásico, y desde aquella época ha venido siendo adaptada a todos los lenguajes y formatos, desde el cine hasta el dibujo animado pasando por la televisión, el comic, el musical.

Lo que no imaginaba es que acabaría creando un concepto «moderno» de la Navidad a partir de elementos que ya existían pero se usaban de forma disociada o que se consideraban pasados de moda

Según los críticos, el mérito de Dickens, además de utilizar un lenguaje cautivante, humano y entretenido, fue devolverle a la sociedad británica —apesadumbrada por los cambios industriales que la época victoriana traía consigo— el aprecio por sus tradiciones. Lo que Dickens originalmente pretendía era escribir un panfleto para denunciar la grave situación del trabajo infantil en Inglaterra. Sin embargo, calculó que aquello no tendría suficiente fuerza para revertir la pobreza de los niños y decidió escribir un cuento. Lo que no imaginaba es que acabaría creando un concepto «moderno» de la Navidad a partir de elementos que ya existían pero se usaban de forma disociada o que se consideraban pasados de moda, como el árbol decorado con guirnaldas, el ganso asado, los mercados populares, el canto de villancicos o la narración de cuentos alrededor del fuego, todo lo cual le otorgaba a la celebración esa mezcla de reunión familiar, religiosa y comercial que mantiene hasta hoy.

Pocos saben que Dickens no habría logrado la creación de esas atmósferas sino hubiese sido por su lectura de niño de la obra de Washington Irving, autor norteamericano que residió en Inglaterra y que en 1820, después de empaparse de las tradiciones británicas, escribió un libro con cinco relatos costumbristas de tema navideño, incluida su novela corta «Vieja Navidad», donde impera un tono de permanente nostalgia del que Dickens se serviría años más tarde.

Hace unos días vi en YouTube la versión cinematográfica de 1999 dirigida por David Hugh Jones, con el gran Patrick Stewart (el profesor Xavier en las películas de X-Men) en el papel del desapacible Scrooge. Me conmovió el devenir del viejo prestamista, sin duda el gran protagonista de la cinta y del cuento. Es un personaje que en un primer momento encarna las resistencias a la Navidad —el Grinch no habría podido existir sin Scrooge—, pero que a la larga nos recuerda el profundo cambio de actitud o ánimo que estos días melancólicos suele provocar en las personas, incluso en las más desagradables.

Si van a regalar algo esta Navidad, que sea un libro. Si es este, mejor.

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