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Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 6 de enero del 2022

Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 6 de enero del 2022

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Escribió desde niña en los cuadernos que su madre le regalaba, aunque por aquel entonces soñaba con ser actriz más que escritora. Hasta que se dio cuenta que para actuar necesitaba que alguien se lo pidiera, mientras que para escribir solo necesitaba estar a solas y fantasear. A los 15 años empezó a mecanografiar los relatos de Ernest Hemingway porque quería saber cómo funcionaban las frases perfectas (“directas, ríos límpidos, agua clara sobre un lecho de granizo, sin sumideros”, dijo en una entrevista para The Paris Review). Así aprendió a crear una perfección propia, una voz fundamental en el Nuevo Periodismo y una serie de libros que tantas veces tuvieron a California como telón de fondo.

“La vida cambia rápido. La vida cambia en un instante. Te sientas a cenar, y la vida que conoces se acaba”. Es con estas frases que Joan Didion inicia El año del pensamiento mágico, quizás su libro más famoso y admirado por la legión de lectores que encontraron en ella un consuelo para lo innombrable: la muerte de los seres queridos y la autoconciencia del propio fin.

En este libro, publicado en 2005, Didion rememora los últimos días de vida de su marido, el escritor John Gregory Dunne, mientras su hija, Quintana, se encuentra en coma en el hospital. La transcripción de un corazón hecho trizas le valió el National Book Award y una adaptación teatral que la actriz Vanessa Redgrave llevó a Broadway. Quintana también falleció y Didion, que no tenía otra forma de exorcizar el trauma que a través de un teclado, escribió Blue Nights, en 2011. 

La vida que conocía se acabó, pero ella hizo de la pérdida y el duelo un norte hacia el que navegó sin victimismos ni autocompasión. 

La vida que conocía se acabó, pero ella hizo de la pérdida y el duelo un norte hacia el que navegó sin victimismos ni autocompasión. 

“Cuando empecé a escribir -a finales de los cincuenta y principios de los sesenta- había una especie de tradición social donde podían operar los novelistas hombres. Bebida a raudales, hígados maltrechos, esposas, guerras, pescar pescados grandes, África,  París, no llegar a viejo…”, dijo en una entrevista a Linda Kuehl, en 1978. 

Sin embargo, ella se abrió paso en ese terreno árido para las mujeres. Obtuvo su primer trabajo periodístico en Nueva York, en la revista Vogue, donde también escribió su primera novela Run, River (1963). Dunne la ayudó a editarlo y un poco más tarde se casaron y se mudaron a Los Ángeles, donde adoptaron a Quintana Roo Dunne. A partir de entonces se dedicó a escribir guiones para cine, novelas, reportajes en la revista Life, en The Saturday Evening Post y obras de no ficción como Slouching Towards Bethlehem (1968) o The White Album (1979), que reúnen una serie de ensayos sobre la California de los años sesenta. Porque, como dijo la crítica literaria Michiko Kakutani, “California pertenece a Joan Didion”. 

El ritual de escritura de Joan Didion incluía una copa de vino antes de la cena para repasar lo que había hecho durante el día. Luego dormía al lado del manuscrito para que la historia en curso no la abandonara en ningún momento. A lo largo de su carrera se sintió atraída por el caos, por esas cosas que se desmoronan, como dice el poema The Second Coming de W.B. Yeats. (“Las cosas se desmoronan; el centro no puede sostenerse; / La mera anarquía se desata sobre el mundo”). 

Obtuvo su primer trabajo periodístico en Nueva York, en la revista Vogue, donde también escribió su primera novela Run, River (1963).

“Durante muchos años ese poema reverberó en mi oído interno como si me lo hubieran implantado quirúrgicamente”, escribió en el prefacio de Slouching Towards Bethlehem. Este llamado hizo que escribiera sobre la guerra civil en El Salvador, cubanos exiliados en Miami, drogadictos en Manhattan, hippies en California o temas más personales como su propia evaluación psiquiátrica a raíz de un episodio de vértigos o sobre los celos como una enfermedad curable.

Joan Didion falleció a los 87 años, en su casa de Nueva York, debido al Parkinson que la aquejaba desde hacía varios años. Sus últimas imágenes y entrevistas se pueden ver en el documental The Center Will Not Hold (traducido como El centro cede), donde ella, una mujer extremadamente menuda y frágil, revive el fuego de la juventud, su forma de escribir, de amar y de aprender a partir del dolor. 

“Recuerdo el rechazo que me causaba la idea de moderación o la armonía, siempre pensé que se podía aprender más del lado oscuro del alma, ese lado me atraía más”, dijo. Y fue así, con esa atracción hacia los abismos y con esa disciplina y tenacidad en la búsqueda de la palabra adecuada, que Didion se convirtió en una extraordinaria intérprete de las emociones y de la vida. 

 

Joan Didion (1934 – 2021)

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