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Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 3 de septiembre del 2021

Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 3 de septiembre del 2021

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La primera estrella femenina del rock nació y vivió sus primeros años en un pueblo profundamente conservador. Corrían los años 40 y Port Arthur, en Texas, no estaba preparado para una niña que rompía todos los moldes con su rebeldía, sus pecas, su actitud áspera y su pelo revuelto. No había nadie como ella. Y, por no parecerse a los demás en la búsqueda dolorosa de su propia identidad, fue víctima de un feroz acoso escolar que la marcó para siempre. 

“Yo no volvería a ser joven. Tendría que volver a llorar todo lo que he llorado”, dijo en una entrevista, cuando ya se había convertido en esa figura excéntrica, llena de ropas vaporosas, gafas de colores y brazaletes, que encontró su lugar en el mundo como la intérprete del hippismo y la liberación.

“Música erudita y apasionada, Janis nació con talento, pero también trabajó para hacerlo crecer. Ella no solía mencionar  ese esfuerzo por alcanzar la excelencia cuando contaba la historia de sus orígenes”, escribe Holly George-Warren en Janis Joplin: La biografía definitiva de la legendaria reina del rock.

La primera vez que Janis Joplin desafió las convenciones musicales de la época fue en el concierto mítico de Monterrey, en 1967, cuando se puso delante del micrófono junto a la banda Big Brother and The Holding Company. ¿Qué hace una mujer al frente de una banda de chicos? ¿Por qué con esas pintas?

“Yo no volvería a ser joven. Tendría que volver a llorar todo lo que he llorado”

A partir de ese momento se empezó a correr la voz: el patito feo de Port Arthur se había transformado en una diosa de la música y la revolución sexual. Inmediatamente, su voz, profundamente emotiva, se transformó en un grito transformador, en el himno desesperado de toda una generación.

Sin embargo, bajo toda esa energía renovadora e ímpetu arrogante propios de la juventud y el talento desbordante, se escondía la niña dolida y maltratada, incomprendida en su casa, en su pueblo y en su entorno, que pronto encontró compañía en las drogas y el alcohol para superar su miedo escénico

¿Cuál era la grieta en su alma? ¿Qué la llevó a quitarse la vida a los 27 años?

Janis Joplin dio pasos decisivos hacia el abismo. Al principio, todo parecía divertido. Se instaló en San Francisco, quería ser una beatnik, como el Jack Kerouac que tanto leía. Formó parte de la revolución social y cultural de los años sesenta y se convirtió, para decepción de sus padres, en una defensora de la integración racial. 

Formó parte de la revolución social y cultural de los años sesenta y se convirtió, para decepción de sus padres, en una defensora de la integración racial. 

De pronto, su necesidad de anestesiarse con heroína para sobrellevar la ansiedad la convirtió en una adicta sin retorno. Dos meses antes de quitarse la vida visitó a su familia acompañada de su pandilla de amigos hippies. El bicho raro había vuelto para encontrar la aceptación y el reconocimiento que la música y el público sí le daban. Todos la ignoraron. “Me estás avergonzando”, alcanzó a decir la madre antes de que Janis, junto a su alocada troupé, volviera al vacío, la soledad y las drogas. 

Una sobredosis en la habitación de un hotel en Los Ángeles acabó con su vida. No alcanzó a ver publicado su disco más ambicioso, Pearl, que, por supuesto, fue récord de ventas. Sus cenizas fueron esparcidas en el Pacífico y sus amigos, tal y como ella dejó estipulado, celebraron su muerte con tortas de chocolate y marihuana.

Nadie cantaba como Janis, con esa mezcla de ternura, euforia y exaltación que hacía vibrar hasta a un cactus. Inspirada por Aretha Franklin, Bessie Smith, Otis Redding o Billie Holiday, Janis hizo de su estilo estrafalario una máscara. 

«Hago el amor con 25.000 personas, pero luego me voy a la cama sola», dijo la intérprete de Piece of My Heart, Summertime, Me and Bobby McGee o Ball and Chain, temas que la convirtieron en un modelo a seguir. Porque, antes de su aparición, el rock parecía un territorio exclusivo de hombres vestidos de púas y cuero. Hasta que llegó Janis a entregar una y otra vez su corazón sin importarle que luego lo hicieran pedazos. 

Janis Joplin (1943-1970)

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