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Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 18 de febrero del 2021

Verónica Ramírez
Periodista

Mujer tenía que ser

Publicado el 18 de febrero del 2021

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Al principio no quería ser doctora porque de pequeña se impresionó durante una clase de anatomía, cuando la profesora cercenó el ojo de un buey para explicar su funcionamiento. Años más tarde, una amiga agónica le dijo, en su lecho de muerte, que podría haber experimentado menos sufrimiento si hubiera sido tratada por una mujer. Entonces cambió de opinión. Sin embargo,  29 universidades norteamericanas rechazaron su ingreso. Hasta que logró ser aceptada en la Geneve Medical College de Nueva York. 

En 1849, Elizabeth Blackwell  se convirtió en la primera mujer en recibir el título de doctora y, aunque se graduó con el primer puesto, le sugirieron que mejor se dedicara a la homeopatía. 

Elizabeth tuvo una infancia rodeada de árboles de los que colgaban frutos deliciosos que la invitaron a adorar la naturaleza desde muy pequeña. Nació en Bristol, Inglaterra, en una familia compuesta por nueve hijos. El padre tenía una refinería de azúcar que perdió tras un incendio y, por tal motivo, decidieron probar suerte en Estados Unidos, donde fue un firme crítico de la esclavitud y el trabajo infantil.

“El verano caluroso y opresivo de ese clima occidental resultó demasiado para la constitución inglesa de nuestro padre. A los pocos meses de nuestra llegada a Cincinnati murió, después de una breve enfermedad, de fiebre biliosa, dejando a su viuda y nueve hijos totalmente desamparados”, escribe en su autobiografía, publicada en 1895, Pioneer Work in Opening the Medical Profession to Women.

Para contribuir a la economía familiar, Elizabeth y una de sus hermanas consiguieron un trabajo urgente en una escuela, pero se sintieron muy frustradas con las limitaciones impuestas por su condición de mujeres en la enseñanza. En 1837, Elizabeth escribió: “las restricciones que limitan a mi querido sexo inutilizan todas mis aspiraciones”. 

Para contribuir a la economía familiar, Elizabeth y una de sus hermanas consiguieron un trabajo urgente en una escuela, pero se sintieron muy frustradas con las limitaciones impuestas por su condición de mujeres en la enseñanza.

La muerte de su amiga debido, presumiblemente, a un cáncer uterino hizo que Elizabeth decidiera entregar su vida a la ciencia sin saber que generaría toda una revolución en la sociedad de su tiempo. “No tenía la menor idea de la conmoción creada por mi aparición como estudiante de medicina en una ciudad pequeña. Mientras caminaba las señoras se detenían para mirarme, como a un animal curioso. Sintiendo la hostilidad de la gente me involucré en la universidad como un refugio seguro y pronto me sentí perfectamente en casa entre mis compañeros de estudio”.  

Sin embargo, la clase de anatomía reproductiva fue, al principio, un arar en el mar. El profesor consideraba que el tema era “poco refinado para las delicadas sensibilidades de una mujer” y le pidió que no asistiera a las clases. Blackwell sumó apoyos entre sus compañeros y logró quedarse después de varios enfrentamientos. 

Una vez graduada con honores, sus propios profesores le pidieron abrir una consulta compartida debido a la amplia demanda de mujeres que querían ser atendidas, por primera vez, por otra mujer. Ella decidió irse a París y Londres para especializarse en obstetricia. Meses después perdería un ojo al contagiarse de una bacteria mientras trataba a un recién nacido. A partir de entonces llevaría un ojo de vidrio que le impediría cumplir sus sueños de cirujana. 

Entre los mayores logros de Elizabeth Blackwell está la fundación de una clínica para mujeres y niños indigentes, así como la Facultad de Medicina para mujeres en Nueva York. También su feroz alegato en contra de la experimentación científica con animales y sus textos sobre las reformas sociales necesarias en cuanto a los derechos de las mujeres.

Entre los mayores logros de Elizabeth Blackwell está la fundación de una clínica para mujeres y niños indigentes, así como la Facultad de Medicina para mujeres en Nueva York.

Al volver a Inglaterra fundó también la London School of Medicine for Women, actualmente integrada a la University College. Hoy, la Asociación de Mujeres Médicas de Estados Unidos entrega una medalla que lleva a su nombre a quienes contribuyen a la promoción de la mujer en la medicina. 

Elizabeth Blackwell aprendió a curar para salvar, en el recuerdo, a una amiga que ya no tenía salvación. Y en ese aprendizaje encendió un valioso motor en el largo camino hacia la igualdad de género. 

 

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