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Renato Cisneros
Periodista, poeta y novelista

Que sabe nadie

Publicado el 20 de mayo del 2022

Renato Cisneros
Periodista, poeta y novelista

Que sabe nadie

Publicado el 20 de mayo del 2022

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Alguna vez, a los 16 años, muchísimo tiempo antes de convertirse en un cineasta reconocido, el norteamericano Robert Weide se obsesionó con un escritor. Una de sus profesoras de Secundaria le había mandado leer “El desayuno de los campeones”. La novela le voló la cabeza, se sintió tan identificado con su tono rebelde e iconoclasta que se propuso leer todo lo publicado por ese autor al que ahora consideraba su favorito: Kurt Vonnegut. Devoró su obra entera y siete años después, un día de 1982, se atrevió a escribirle directamente a su casa de Madison Avenue en Nueva York ofreciéndole hacer un documental sobre su vida. Lo insólito fue que Vonnegut le respondiera afirmativamente algunos días más tarde. Han pasado cuarenta años desde entonces y recién el 2021 Bob Weide consiguió culminar el esperado proyecto, cuyo resultado, bajo el título “Kurt Vonnegut: a través del tiempo”, puede verse en la plataforma Filmin. 

Para la legión de lectores que venera a Vonnegut por novelas tan poderosas y contraculturales como la emblemática “Matadero 5”, “Cuna de Gato” o “Madre Noche”, por sus cartas, o por ensayos como los que aparecen compilados en “Un hombre sin patria”, uno de los aspectos más interesantes de la película quizá sea la recuperación que hace Weide del mundo familiar de los Vonnegut en Indianápolis a fines de los años veinte.

Para la legión de lectores que venera a Vonnegut por novelas tan poderosas y contraculturales como la emblemática “Matadero 5”, “Cuna de Gato” o “Madre Noche”, por sus cartas, o por ensayos como los que aparecen compilados en “Un hombre sin patria”

A través de filmaciones en blanco y negro muy bien restauradas vemos al pequeño Kurt en la casa de dos plantas de sus padres, interactuando con ellos y sus hermanos. Juegan, bailan, se pelean, posan. Ese mundo armónico desaparece cuando Vonnegut tiene 10 años: la familia pierde su dinero debido a la Gran Depresión y les toca mudarse a una casa alquilada. Los niños cambian la escuela privada por una pública y se aclimatan con naturalidad a una vida despojada de comodidades. Es una época en la que el joven Vonnegut se encierra a ver las películas de El Gordo y el Flaco para darle la espalda a la realidad. No solo a la realidad de los Estados Unidos, sino a la propia, porque pronto, nada más cumplir veinte, el día de la Madre, descubre a su mamá tirada en su habitación sin vida. Se había suicidado con una sobredosis. Esa no será, sin embargo, la gran pérdida de Kurt Vonnegut, sino la de su hermana Alice. Si la madre era una mujer distante y algo perturbada, la hermana era todo lo contrario, y desde niños se preocupó de darle a su hermano menor todo el amor, atención y protección que le hiciese falta. Más adelante Alice se casaría y tendría cuatro hijos, pero la fatalidad volvería a asestarle un golpe. Primero, Alice es diagnosticada con cáncer y, después, el esposo fallece en un accidente ferroviario. La impresión y el dolor de ese accidente aceleraron el deterioro de Alice, que murió dos días después. Los cuatro hijos huérfanos quedarían bajo la custodia de ese tío escritor cuyo humor era tan cambiante, cuyas risas eran tan inapropiadas y que se encerraba para pelearse con la máquina de escribir. 

Los cuatro hijos huérfanos quedarían bajo la custodia de ese tío escritor cuyo humor era tan cambiante, cuyas risas eran tan inapropiadas y que se encerraba para pelearse con la máquina de escribir. 

Para ese momento, Kurt Vonnegut ya estaba casado y era padre de dos hijas. El documental cuenta cómo su esposa, Jane, se convirtió en la gran artífice de su carrera, animándolo todo el tiempo a que se dedique en exclusiva a la literatura. En la luna de miel lo obliga a leer Los Hermanos Karamazov. Es ella la que se hace cargo de las labores de la casa para que él pueda trabajar en sus relatos. Es quien escribe a los editores que rechazan esos relatos diciéndoles que no saben lo que se pierden, que su marido es un genio. Y es ella la que, cuando las primeras novelas salen a la luz, va a las librerías y compra los libros usando nombres falsos.  

Cuando se publica “Matadero 5”, sin embargo, empieza el descalabro familiar. La novela, basada en los brutales bombardeos de Dresde durante la segunda guerra mundial, a los que Vonnegut sobrevivió siendo prisionero de guerra de los alemanes, tuvo un éxito inmediato, atronador. Era 1969, en plena guerra de Vietnam, y apareció ese libro satírico, antibelicista, de ciencia ficción, que bromea con la muerte y cuestiona el sacrificio de miles de jóvenes que son arrojados al combate como carne de cañón siendo poco más que niños. Él mismo tenía solo 22 años cuando fue capturado por soldados alemanes durante la Batalla de las Ardenas y vio morir a cientos de compañeros suyos del Ejército, y tenía 23 cuando soportó aquel bombardero que destruyó por completo la ciudad de Dresde. Su prosa directa, libre, su imaginación frondosa hicieron que el público reaccionara con devoción hacia “Matadero 5”. También los especialistas. Aparecen los fans, los reportajes, la popularidad. Se reeditan sus anteriores novelas, se hacen películas de sus libros, se convierte en una figura sobresaliente, admirada, el oráculo de los jóvenes. «Si los norteamericanos leen a Mark Twain para explicarse el siglo XIX, con Vonnegut entienden el siglo XX», llegó a decir un crítico. Y, claro, Vonnegut no es indiferente a esa atención, se deja seducir por las luces y en medio de tantos trajines y distracciones acaba enamorándose de una fotógrafa. Y deja a Jane. 

«Si los norteamericanos leen a Mark Twain para explicarse el siglo XIX, con Vonnegut entienden el siglo XX»

La etapa de rockstar no dura tanto lamentablemente. Él sigue siendo él mismo autor que escribe “sobre gente ordinaria que intenta ser decente en una sociedad indecente” y mantiene la mordacidad que lo hizo conocido, pero los nuevos libros, los que aparecen en los setentas, siendo algunos de ellos auténticos bestsellers, no despiertan el mismo entusiasmo, y tiene que volver a buscar trabajos ordinarios para ganar dinero, como dictar clases o vender autos.  Su intervención en los medios es más episódica, aunque cuando el presidente Bush autoriza la invasión a Irak, Vonnegut protesta con indignación y participa en protestas activamente. No podía soportar que volviera a ocurrir lo mismo que él venía denunciando desde hacía décadas, y que nuevos jóvenes sean enviados a la guerra. 

Kurt Vonnegut murió con ochenta y cuatro años después de sufrir una caída y golpearse la cabeza. Fue uno de los grandes maestros de la literatura norteamericana. El próximo 11 de noviembre hubiese cumplido cien años. Si no han tenido ocasión de leerlo, busquen sus libros. O empiecen viendo el documental de Robert Weide, un nostálgico homenaje vale muchísimo la pena. 

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