Hubo una sorpresa en la ambivalente experiencia de ir a ver Aquamán durante las fiestas.Las excesivas dos horas y veintidós minutos que dura el filme, al cual le sobran dos horas, tenía una herejía: parte de su banda sonora incluía una versión de una de las canciones emblemáticas de los años 80s. Se trataba de la inmortal Africa, del grupo Toto, tema que es himno sagrado del soft rock contemporáneo. Lo que habían hecho con esa canción era un insulto.
El perpetrador de la misma no era otro que Armando Christian Pérez, el cantante cubano que denigra al mejor amigo del hombre con su nombre artístico elegido: Pitbull. Los resultados estaban a la altura de su carrera musical como el Vanilla Ice cubano. Razón suficiente para poner en marcha el respectivo desagravio a esta irrepetible canción y a la extraordinaria banda que la creó.
Antes de ser Toto los miembros de la banda – Bobby Kimball, vocalista; David Paich, teclados; Steve Lukather, guitarra; David Hungate, bajo; Steve Porcaro, teclados; Jeff Porcaro, batería – eran lo que en el negocio de la música se llama hired guns, músicos de estudios que tocan para grandes artistas y grupos. Una traducción aproximada del término sería sicarios[1].
Jeffrey Jeff Porcaro, eximio baterista, durante su carrera musical antes de Toto había participado en 1060 álbumes ajenos. Entre ellos los de Pink Floyd, Bruce Springsteen, Madonna, Julio Iglesias, Rubén Blades y el ultraviolético Luis Miguel. Con toda razón estaban hartos del lema chamba es chamba.
Toto le dio respetabilidad al flácido género del soft rock cuando en 1982 publicó su cuarto álbum, Toto IV. En la portada, la espada de Damocles que los acompañaba desde el comienzo (hay una alusión en ella en la olvidable canción Manuela run), envuelta en cuatro anillos aludiendo a la cuarta entrega. La primera y la última canción de ese elepé son parte del evangelio rockero contemporáneo.
Toto le dio respetabilidad al flácido género del soft rock cuando en 1982 publicó su cuarto álbum, Toto IV.
LADO A, ROSANNA
La primera era Rosanna, tema extenso (5:34) de autoría de uno de los genios compositores del grupo, el tecladista David Paich. Este, que es de anotarse parece un sosías californiano del politólogo Carlos Meléndez.[2], ya había compuesto anteriormente una canción notable para Toto, la futurista 99.
Paich compuso Rosanna pensando en un amor de su juventud que se llamaba así. Pero se daba la casualidad que por esos días el tecladista Steve Porcaro salía con la actriz Rosanna Arquete, y que la canción la acabó cantando Bobby Kimball. Esta confluencia de tres Totos en torno a una Rosanna hizo que para el imaginario el tema fuera una versión pionera de felices los cuatro.[3]
Lo singular respecto a esta canción fue el ritmo en la batería que Jeff Porcaro creara para ella. Como músico de estudio él ya había hecho la asincopada batería de All of my Love de Led Zepellin. Y de entre eso, sumándole golpes fantasmas, una apropiación lícita del rimo de Fool in the Rain (obra de John Bohman para Led Zepellin) y un bombo a contratiempo que Porcaro atribuía a influencia del blusero Bo Diddley, inventó el Rosanna Shuffle. El maestro dejó la lección grabada.[4]
LADO B, AFRICA
La última canción de ese disco se llama Africa. Ninguno de los miembros de Toto había ido nunca a ahí. Lo más cerca que David Paich había estado del continente negro había sido durante sus días de estudiante en un colegio católico, cuando se enteró que existían sacrificados misioneros que renunciando al bienestar, y peor aún, al sexo, se aventuraban en la noble tarea evangelizadora.
Apoyándose en eso y en sus recuerdos de reportajes del National Geographic, Paich llegó a un verso inicial desde el cual floreció el prodigio: I bless the rains down in Africa.[5]
La melodía brotó espontáneamente- inspiración divina la ha llamado Paich- de su colosal teclado Yamaha CS-80. Cada uno de estos instrumentos pesaba más de 100 kilos, y desde 1976 solo se habían construido dos mil de estos. Además de Toto, un grupo alemán futurista llamado Kraftwerk también lo usaba.
La letra de Africa aludía al estado vital de Paich por entonces, inmerso en su trabajo, sin familia ni pareja. Esta dedicación exclusiva coincidía con el celibato forzoso del misionero, restricción cuyo levantamiento se sugiere en la canción:
Va a costar mucho separarme de ti
No hay nada que cien hombres o más puedan hacer al respecto
Bendigo las lluvias allá en África
Va a tomar tiempo hacer las cosas que nunca habíamos hecho antes.
No se necesita mucha imaginación para deducir que por ese entonces el señor Paich se hallaba en la hormonalmente intersección de Nicolas Arriola con el Paseo Parodi, para decirlo en términos de geolocalización. El tema se extendió hasta los casi 5 minutos y a ninguno de los musicazos del grupo les pareció gran cosa. Lo veían como la pista que faltaba para terminar ese álbum.
A las pocas semanas les informaron que en las discotecas de Nueva York la canción era un éxito. La gente bailaba al son de esa balada que combinaba exotismo, romance y calentura erótica asolapada. Había nacido un clásico.
Su rango de influencia sería global. Años después en un programa de humor sudamericano, el peruano Risas y Salsa, surgió un grupo musical cómico, Chicho Mendoza y Los Huachafos de la canción. Uno de sus componentes, bautizado bajo el nombre cristiano de José Luis Ramírez, era afrodescendiente, usaba african look y llevaba un hueso de polietileno en la cabeza. En la televisión se presentaba como Toto Africa.