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Jaime Bedoya
Periodista y escritor

Dubidubidu

Publicado el 4 de abril del 2019

Jaime Bedoya
Periodista y escritor

Dubidubidu

Publicado el 4 de abril del 2019

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Desde que en los años 50 las caderas de Elvis Aaron Presley se bambolearan cadenciosamente ante un higiénico y modoso establishment blanco sugiriendo africanidad y fricción como uno de los motores de vida, es decir Freud con guitarras eléctricas, hubo gente que dijo hay que matar esa música. En la televisión solo lo enfocaban de la cintura para arriba. Fue peor. Lo prohibido siempre provoca más y mejor.

El pecado estaba en su nombre: mécete y rueda, rock and roll. Un eufemismo sicomotor para referirse sin nombrarlo al acto carnal. No solo fue imposible sino inútil intentar detener un ritmo consustancial al de la vida misma, al que se le sumó la rebelión juvenil. Este tremendo menestrón hormonal tuvo como aditamento turbo el impulso del no me digan qué hacer, cómo vestirme, qué escuchar.

Notables apóstoles del género se sumaron a la causa. Imposible nombrarlos a todos. Pero habría de rescatarse, a nivel local, a Jean Paul El Troglodita , años 60, montado sobre el escenario del cine teatro Tauro con un enterizo sintético de piel de tigre vertiendo el anhídrido carbónico de un extinguidor al público mientras cantaba¹:

¡Troglo – dita soy !

¡Trogo – dlita soy !

¡Yeeeeeeeee !

O para decirlo en las palabras de los padres peruanos fundadores del punk rock, Los Saicos, 1964²:

¡Tatatatatatatata Yayayayayaya!

¡Echemos abajo la Estación del Tren!

Tan poderoso fue este grito tribal que no solo ha persistido por más de cinco décadas transformando acompañando el indomable espíritu de rebeldía juvenil, sino que además se ha convertido en gasolina musical que extiende el tiempo de vida de este fuego inconforme.

El pecado estaba en su nombre: mécete y rueda, rock and roll. Un eufemismo sicomotor para referirse sin nombrarlo al acto carnal.

Sir Mick Jagger, 75 años, ocho hijos de siete mujeres diferentes y frontman de uno de los grupos de rock más grandes y longevos del mundo, está a punto de abrirse el corazón para poder continuar con una enésima gira mundial.

Hasta que llegó Leslie Shaw y dijo lo que dijo.

Leslie Ann Shaw se educó entre los colegios Carmelitas y el Newton. Desde entonces, a propósito de la ley de Gravedad homónima, sus intereses empezaron a inclinarse por la música. No debe haber sido casualidad que su pareja de promoción fuera otro futuro músico, Ezio ¨el Chato¨Oliva, quien también se inciara en terrenos próximo al pop rock- cómo no mencionar al olvidable grupo Addamo- para derivar hacia lo latino, reguetonesco, y el resto del asfixiante imperio del auto tune, ese antídoto tecnológico a la carencia de autenticidad.

Leslie participó con apenas de 16 años en el programa de canto Superstar, donde su telegenia y manejo escénico innatos quedaron inicialmente registrados. A los 20 años ya tenía una carrera musical. Y un año después lograba el segundo puesto en el inmenso festival de Viña del Mar. Leslie aún se movía en los avezados terrenos del pop rock, encuerada, con púas, y banda de pelucones descamisados escoltándola. Incluso telonearía en Lima a Ali Campbel, vocalista de  UB40, cantando a duo con I Got You, Babe. Otra mujer que habíaa cantado antes esa canción con Campbel había sido nada menos que la rockera de rockeras Chrissie Hynde, voz de Pretenders.

Leslie fue aún más allá. Cambió su nombre artístico al breve y rotundo SHAW para presentar una versión punkeke de sí misma, a lo Avril Lavigne de Chama, por decir un sitio. El título de su hit en esta faceta, boomerang futuro, lo decía todo: Estúpida chica pop³.

Con pose nice de diva style

Se cree ella siempre tan original (…)

Estúpida chica pop

Ya me cansé de ti

Con tonta y horrible voz

Pronto llegará a su fin

Y entonces algo debe haber pasado. La carrera de Shaw tuvo un giro marcado hacia el espectáculo, los realities y la menudencia de la fama de oropel. Aparecía en la publicidad de Donofrio, junto a la recordada Miss Colita Vanessa Tello, promocionando ligera de ropas el Helado Oficial Dakar 2012. Se encargaba de utilizar la redes sociales para desmentir ante sus seguidores, compartiendo evidencia fotográfica, los rumores de un supuesto aumento de glúteos. Se le empezaba a vincular sentimentalmente con futbolistas y protagonistas de programas de televisión, dos de las más tóxicas pesadillas emocionales, y en el año 2018 declara que ¨casi se vuelve loca¨ al tomar vacaciones en Cuba y descubrir que no había internet. SHAW había vuelto a ser Leslie Shaw.

Y entonces llegó el polémico tema de La Faldita, 2019. Reguetón blando, latinidad de catálogo y autotune para contar la historia de una chica que le dice a su presunto ex que sale a la calle vistiendo falda (sic). Un pegajoso festín de lo seudo urbano latino autotuneado:

Me voy, pa la calle me voy

con la faldita que te gustaba

con la que tu me celabas

Empeoraba la propuesta la colaboración (¿eficaz?) de Mau y Ricky, vástagos privilegiados en los que a su  manutención se refiere de ese gran cantautor que es Ricardo Montaner. La teoría de la degradación genética, que cuestiona la naturaleza hereditaria del talento, remitía a rememorar con nostalgia poética versos paternos tales como:

Millones de hojas

cayendo en tu cuerpo

otoños de llanto

goteando en tu piel

(Déjame llorar, 1991)

¿Cómo así, una generación después, sus hijos acaban rapeando lo siguiente en La Faldita?:

Cada ve que yo te veo

ay, me dan gana de chuparte los dedo

Estoy bien rodeado y tú moviendo el bote, bote

Con salvavida pa que no te ahogue

Porque puede que conmigo tú te moje

¿Da fuck?, como diría un reguetonero de ley. Pero eso no sería lo peor. Lo serían las declaraciones de Leslie Shaw explicando su tránsito del pop, al rock, al punk rock y a este género que con exactitud podría referirse como urbano rítmico oportunista. Dijo ella :

– El rock ya pasó de moda.

La rabia rocanrolesca se desató con toda su furia local. Salvajes cabelleras metaleras se agitaban escandalizadas ante la herejía. Hasta pensadores del rock peruano, el señor Salim Vera, tuiteó al respecto. Solo una colega cantante, la talentosa Sandra Muente, ensayó una dudosa defensa:

– La flaca es versátil.

Quién habría de poner en su lugar el desatino de la señorita Shaw sería nada menos que el alfa y el omega de la representatividad musical, el zenit del cómo y del porqué celeste de las cosas, el concekto detrás del concepto de lo que es el rocanrol: Yola Polastri, en su encarnación Yola Rocker:

– El rock no ha pasado de moda señora. A usted no lo le funcionó, que es otra cosa. Y no morirá, y no morirá, y no morirá jamás.

Amén. Apaga y vámonos. El rock no ha muerto y Leslie Shaw tampoco. En ambos casos es una buena noticia.

(1) https://www.youtube.com/watch?v=k1OCju0LqyM
(2) https://www.youtube.com/watch?v=sb46GBRhby8
(3) https://www.youtube.com/watch?v=7RyJr12RQvY
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