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Renato Cisneros
Periodista, poeta y novelista

Que sabe nadie

Publicado el 28 de octubre del 2019

Renato Cisneros
Periodista, poeta y novelista

Que sabe nadie

Publicado el 28 de octubre del 2019

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En las calles de la mayoría de grandes ciudades, lo hemos visto recientemente, abundan policías malos, abusivos y corruptos. Es verdad que también existen los honestos, decentes y justicieros, pero quizá el único lugar donde unos y otros se vuelven igualmente entrañables sea la ficción. Esta es una selección personal de once personajes policiacos literarios que son buenos capturando delincuentes, pero sobre todo lectores. 

1. Sherlock Holmes 

El detective inglés es la referencia obvia en esta clase de listados. Creado por Arthur Conan Doyle en 1885, aparece en cuatro novelas y una cincuentena de relatos que fueron publicados por The Strand Magazine. Para elaborar el perfil de Holmes –clásico modelo de policía de investigaciones observador y cerebral–, Conan Doyle se inspiró en el muy intuitivo agente Auguste Dupin, personaje que años antes concibió Edgar Allan Poe. 

2. Sam Spade

Es el detective contrario a Holmes. Protagonista de «El Halcón Maltés», la novela más conocida del norteamericano Dashiell Hammett. Lo suyo no es la resolución de acertijos, sino la astucia y hasta el cinismo para interactuar por igual con delincuentes e inocentes tratando de sacarles la mayor cantidad de información. De las muchas adaptaciones cinematográficas que se han hecho de «El Halcón Maltés», la más recordada quizá sea la de John Huston en 1941, donde Humphrey Bogart inmortalizó a Sam Spade como un tipo arisco, solitario, vestido casi siempre con sombrero y gabardina. Pocos recuerdan la película, pero nadie se olvida de Bogart. 

3. Kurt Wallander

Es el personaje central de doce novelas negras del narrador sueco Henning Mankell. Tanto el creador como la criatura comparten tres rasgos vitales: solitarios, aficionados a la ópera y rechazan tenazmente cualquier forma de desigualdad. El inspector Wallander es, además, un tipo melancólico, meticuloso; apenas toma un caso no descansa hasta resolverlo, obsesión que le genera problemas con su hija Linda, también policía. Su centro de operaciones está en Ystad, una localidad al sur de Suecia. 

4. Aaron Falk

Policía federal en Melbourne, Australia, abocado a la investigación de delitos financieros, Falk quien aparece en dos títulos de la escritora inglesa Jane Harper: «Años de Sequía» y  «Naturaleza Salvaje». En esas novelas se cuenta la historia de Aaron desde su nacimiento, donde murió su madre. Ya en la adultez, nuestro detective resulta ser un tipo hermético, minimalista, que prefiere no hablar del pasado y está lleno de manías. Quizá por eso las parejas no suelen durarle mucho. 

5. Mario Conde

El escéptico detective Mario Conde es el personaje más logrado del narrador cubano Leonardo Padura. Es un ex policía que tiene que resolver muchos de los asesinatos, robos y extorsiones que ocurren en La Habana, donde vive y pasa tiempo junto a su amigo El Flaco. Ya son siete los libros (más una serie de televisión) en los que Padura recoge las aventuras del teniente Conde. Todo empezó con «Pasado Perfecto», historia ambientada en 1989, donde lo vemos recibir un encargo de su jefe: seguir el caso de un hombre desaparecido, de quien fue compañero durante la escuela. 

6. Hércules Poirot

Es un detective privado belga que aparece en treintaitrés novelas y cincuenta relatos cortos que Agatha Christie escribió y publicó entre 1920 y 1975. Bigotón, retaco, de vestimenta impecable, Poirot dejó Bélgica luego de la ocupación alemana en la Primera Guerra Mundial y se exilió en Inglaterra, donde se dedica a la investigación privada aprovechando su antigua experiencia como policía en su país de origen. Uno de los rasgos más característicos de Poirot —y que ha convertido sus historias en narraciones fácilmente adaptables al cine y televisión— es su incomparable teatralidad, sus formas verbales excesivas, su gran elocuencia. La última aparición de Hércules Poirot ocurrió en el relato «Telón», en 1975. Se trata del único personaje de ficción que ha merecido un obituario en el New York Times.  

7. Lawrence Corby

El teniente Lawrence Corby, de la brigada de Homicidios de Filadelfia, personaje de «El Cuchillo», novela de la gran Patricia Highsmith –uno de los grandes nombres de la novela negra– es un tipo fornido, de unos cincuenta años, que lleva un ridículo mostacho en la boca. Como policía es un sujeto desagradable, matón sin escrúpulos, torturador de corte psicológico. Como decía la propia Highsmith, «es más dañino que aquellos a los que busca encarcelar». La novela se adaptó al cine en 2016 bajo el título «A kind of murder». 

8. Félix Chacaltana

Félix Chacaltana Saldivar, el fiscal distrital adjunto en Ayacucho, en «Abril Rojo» de Santiago Roncagliolo, es ayacuchando pero vive en Lima desde niño. De su madre, ya fallecida, heredó su inmaculado respeto por la verdad, virtud que sacar a relucir en el sórdido mundo en que trabaja, donde siempre intenta hacer lo correcto, aunque según sus colegas no sea lo más aconsejable. Es, desde luego, un patriota radical, celoso defensor de los símbolos patrios y guarda una curiosa debilidad por la sopa de pollo y la Inca Kola.  Casi diez años después, Roncagliolo resucitó a Chacaltana para que se ocupe de investigar crímenes en una de sus mejores novelas, «La Pena Máxima».  

9. Salvo Montalbano 

El recientemente fallecido novelista italiano Andrea Camilleri escribió una serie de novelas y relatos policiales que tienen como protagonista al comisario siciliano Salvo Montalbano. Con la ayuda de varios colaboradores –entre ellos el subcomisario Augello, el inspector Fazio, y los agentes Galluzzo y Catarella– Montalbano se revela como un sagaz investigador, además de un lector voraz y un activo sibarita. Su apellido, según reveló alguna vez el propio Camilleri, es un homenaje al escritor español Manuel Vásquez Montalbán, creador de otro personaje clásico de la novela policial: el detective Pepe Carvalho. 

10. Isidro Parodi 

En el volumen de cuentos «Seis problemas para don Isidro Parodi», Jorge Luis Borges y Bioy Casares dan vida a un detective que se halla preso por un crimen que no cometió. Esa es su peculiaridad: resuelve crímenes sin moverse de su celda, la 273, de la Penitenciaria Nacional. Isidro Parodi es un hombre obeso, pelado, fumador, de mirada penetrante. No tiene más de cuarenta años. Antes de caer en desgracia regentaba una barbería en Buenos Aires. Muchos de sus ahora visitantes en prisión eran antes sus clientes; son ellos quienes les plantean los casos que Isidro Parodi va resolviendo con la sola clarividencia de sus aptitudes mentales. Como se sabe, Borges y Bioy firmaron la primera edición de ese libro con el seudónimo H. Bustos Domenacq, un homenaje a sus bisabuelos: Bustos era el de Borges, Domecq el de Bioy.

11. Bruna Husky

He dejado para el final a Bruna Husky, replicante tecnohumana de combate que trabaja como detective privado en tres novelas de la española Rosa Monterao: «Lágrimas en la lluvia», «El peso del corazón» y «Los tiempos del odio». Bruna, alta, de ojos gatunos y gestos duros, fue creada con veinticinco años y le fueron implantados recuerdos de una infancia armónica para contrarrestar la muerte de su padre, ocurrida cuando ella tenía nueve. Como todo replicante, solo vivirá hasta los 35 antes de morir a causa de un tumor-total-tecno, un tipo de cáncer sin tratamiento. 

[*****]

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