La primera mujer en descubrir un cometa recibió lecciones a escondidas. Su padre, Isaak Herschel, que tocaba el oboe, quiso formar a sus hijos en distintas materias como la astronomía, la música y los idiomas. A mediados del siglo XVIII, en la ciudad de Hannover -entonces Prusia-, las niñas no estaban acostumbradas a recibir tantos conocimientos. Ella fue la excepción y, a cambio, se convirtió en una de las científicas más importantes de la historia.
Al fallecer el padre, la madre de Caroline quiso que se dedicara únicamente a las labores domésticas, pero su hermano William, amante de la música y la astronomía, la invitó a seguir sus pasos. Juntos empezaron a diseñar sus propios telescopios. En su obsesión por interpretar el mundo exterior, pulían los espejos para obtener una mayor fidelidad. En paralelo, Caroline continuó con sus estudios musicales hasta convertirse en una extraordinaria soprano.
En una noche despejada de 1781, en el jardín de su casa en Bath, Reino Unido, William descubrió el planeta que más tarde todos conoceríamos como Urano. Él lo llamó Georgium Sidus, en honor al rey Jorge III, y fue así como se convirtió en el astrónomo oficial del reino.
Caroline, que sentía una verdadera pasión por los cuerpos celestes, empezó a asistir a su hermano en la contemplación de la noche y las estrellas. En 1786 descubrió un cometa. Sus investigaciones tuvieron una gran aceptación y, por tal motivo, se convirtió en la primera mujer en recibir un salario como científica.
En 1786 descubrió un cometa. Sus investigaciones tuvieron una gran aceptación y, por tal motivo, se convirtió en la primera mujer en recibir un salario como científica.
Todos los días, en cuanto caía el sol, Caroline se instalaba en su telescopio de seis metros en búsqueda de nebulosas. A lo largo de su vida descubrió al menos ocho cometas y se dedicó a ampliar el catálogo de estrellas originalmente publicado por el astrónomo John Flamsteed. Aunque ella tuvo una gran aceptación como mujer y científica, en 1802, la Royal Society publicó un tratado suyo pero bajo el nombre de su hermano.
Tras la muerte de William, en 1822, Caroline volvió a Hannover, donde continuó con sus observaciones para ampliar el catálogo, esta vez acompañada de su sobrino, John Herschel. En 1828 la Royal Astronomical Society le entregó la medalla de honor. Murió a los 98 años, después de haber descubierto más de 2,400 objetos astronómicos junto a su hermano.
Hoy, un asteroide, dos cúmulos abiertos y un satélite llevan el nombre de la mujer que se atrevió a cuestionar al cielo para intentar resolver las inmensas preguntas celestes.
Caroline Herschel (1750 – 1848)