Antes de convertirse en la Reina del Soul, Aretha Franklin fue una niña superdotada para la música que parecía condenada a brillar únicamente en la iglesia donde su padre ejercía de reverendo. Lo hizo desde muy pequeña, alrededor del piano que aprendió a tocar de oído, junto a su madre, la cantante Barbara Siggers, y sus tres hermanos.
Aretha o Ree, como la llamaban de niña, sabía transformarse en una fiera del gospel en la iglesia y en los eventos que su padre organizaba en favor del Movimiento de los Derechos Civiles, junto a Martin Luther King. Sin embargo, como puede verse en la película Respect, dirigida por Liesl Tommy, el reverendo la trataba con mano de hierro. Y ella, afectada terriblemente por la temprana muerte de su madre debido a un problema cardiaco, se sumió durante un largo tiempo en el silencio.
A este primer trauma se le sumó un tempranísimo embarazo, a los 12 años, y un segundo a los 15. Aretha fue una niña obligada por las circunstancias a crecer demasiado rápido. Esta fragilidad hizo que luego mantuviera una relación destructiva con Ted White, quien la condujo a una temporada de abusos y tormentos que se prolongó durante casi una década.
Aretha fue una niña obligada por las circunstancias a crecer demasiado rápido.
En la película, Aretha, interpretada por Jennifer Hudson, aparece arrasada por el control que ejercen sobre ella los distintos hombres de su vida. No solo el padre y el marido sino también sus productores, John Hammond y Jerry Wexler. Ella quería hacer un tipo de música donde sintiera que encajaba, pero los discos que grababa, el primero –Aretha Franklin With The Ray Bryant Combo– en 1961, no alcanzaban ni la popularidad ni la fama de su ídolo, Dinah Washington.
Tenía que arar en el mar, despojarse silenciosamente de las expectativas ajenas y encontrar el camino de su propia voz. Lo hizo junto a sus hermanas y gracias a Respect, escrita y estrenada por Otis Redding en 1965, pero que Aretha convirtió en su himno personal y en el de muchas mujeres que encontraron en la canción un reclamo de igualdad y libertad.
A partir de entonces, la vida empezó a ajustarse a lo que Aretha esperaba. Ganó 18 premios Grammy y vendió más de 10 millones de discos. Su fobia a volar no impidió que su música se escuchara en todo el mundo. Éxitos como I Say a Little Prayer, (You Make Me Feel) Like a Natural Woman o Chain of Fools la convirtieron en la indiscutible Reina del Soul.
“Ser la Reina no es cuestión solo de cantar, ser una diva no es cuestión solo de cantar. Todo tiene que ver con el servicio a la gente, con las contribuciones sociales a tu comunidad y también con tus contribuciones cívicas”, dijo ya convertida en la estrella que cantó en el funeral de Martin Luther King y en la toma de mando de Barack Obama.
“Ser la Reina no es cuestión solo de cantar, ser una diva no es cuestión solo de cantar. Todo tiene que ver con el servicio a la gente, con las contribuciones sociales a tu comunidad y también con tus contribuciones cívicas”
Aretha Franklin falleció a los 76 años a causa de una complicación en el páncreas. Con un vestido rojo y zapatos a juego, su cuerpo fue velado en el Museo Charles H. Wright de Historia Afroamericana de Detroit, ciudad en la que vivió desde los 4 años. Dicen que antes de morir pronunció una última palabra: “Bernadette”. Como el Rosebud de Citizen Kane, la palabra “Bernadette” podía encerrar muchos significados. La teoría más difundida es que se trata de una canción de los Top Fours, de 1967, precisamente el año en que la carrera de Aretha levantó vuelo, el año en que la vocalista prodigiosa transitó a la categoría de símbolo de la supervivencia y la libertad.
Aretha Franklin (1942-2018)