En la madrugada del 6 de octubre de 1919 fallecía en su casa de Miraflores, don Ricardo Palma a la edad de 86 años. Terminaba así la existencia de una de las mayores glorias de las letras nacionales que, con humor y sarcasmo, supo develar el alma de sus paisanos en las “Tradiciones Peruanas”, su obra cumbre.
La Fundación BBVA, que promueve la lectura para crear mayores oportunidades para más peruanos, rinde homenaje a este escritor peruano que inscribió la literatura de nuestro país en el parnaso internacional.
El sueño eterno
Según los periódicos de la época, la salud de don Ricardo Palma se había resquebrajado en los últimos años. Incapacitado de escribir, dictaba sus versos y su correspondencia a Angélica, la favorita entre sus hijos. Sobre una silla de ruedas solía pasear por la alameda que hoy lleva su nombre, donde recibía el saludo de los habitantes del entonces pueblito miraflorino.
La madrugada de su muerte, don Ricardo tuvo un sueño intranquilo debido a unos versos que lo obsesionaban. Su hija Angélica Palma intentó calmarlo, pero el sobresalto derivó en desvelo, y a las cuatro de la madrugada se percató que el ilustre escritor había expirado.
Lima en el recuerdo
Palma vivía en Miraflores desde 1878, año en el que abandonó su residencia del Centro de Lima, ubicada en la cuadra 3 del jirón Ayacucho (a media cuadra del Congreso, convertida hoy en un tugurio dedicado a la venta de ropa). Buscaba aislarse en la paz de los balnearios del sur.
Un año más tarde se inició la Guerra con Chile, con resultados funestos para los peruanos y en particular para nuestro escritor. El 15 de enero de 1881, aniquilada la defensa de Lima, la tropa chilena incendió las casas de Chorrillos, Barranco y Miraflores, entre ellas, la de Ricardo Palma.
Ardió su biblioteca y con ella los originales de dos obras perdidas para siempre: la novela histórica “Los Marañones”, basada en la épica de Lope de Aguirre, el conquistador español que se internó en la selva renegando de la corona; y el libro “Reminiscencias de la administración Balta (1868-1872)”, dedicado a su paso por la política como secretario personal del presidente José Balta y su labor como senador por el departamento de Loreto.
Todas las artes
Palma registra su obra cumbre, las “Tradiciones Peruanas”, en cuatro volúmenes publicados entre los años 1872 y 1877. Fue un éxito editorial sin precedentes que lo hizo conocido fuera de nuestras fronteras. Por ese entonces también fue nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua representando al Perú.
La carrera literaria de Palma se inicia como dramaturgo en 1851, con las obras “La hermana del verdugo”, “La muerte y la libertad” y “Rodil”. La poesía tampoco le resulta ajena pues escribe los poemarios “Poesías” (1855), “Armonías” (1865), “Pasionarias” (1870) y “Verbos y gerundios” (1877).
Palma director
A Ricardo Palma se debe también la reconstrucción de la Biblioteca Nacional, cuya dirección asume en noviembre de 1883. Un estudio de Alberto Varillas Montenegro afirma que “a los 9 meses de su nombramiento, la Biblioteca reabre con más 20 mil volúmenes en su colección”.
Palma permanecerá en el cargo hasta 1912. Un año antes había enviudado, tras 30 años de feliz matrimonio con Cristina Román y Olivier. Poco a poco su estela se va apagando. En 1915 entrega la que será la última de sus Tradiciones: “Una visita al mariscal Santa Cruz”.
Tras su muerte se le tributaron fastuosos homenajes y sus restos reposan en el cementerio Presbítero Maestro. Su mausoleo lo reconoce como lo que es: cumbre de la literatura peruana.