A inicios de este año leí que según el Horóscopo chino, el año que dejábamos era el año del gallo, y el que empezaba era el del perro. Que el año del gallo había sido el año el de las denuncias (El #MeToo y los destapes de la maquinaria del abuso contra las mujeres), y el del perro iba a ser del castigo. Pues sí: en efecto, este año a las denuncias se les sumaron las consecuencias. Durante todo el 2018, muchos políticos fueron acorralados luego de una ola de destapes de corrupción. La imagen de hombres y organismos prestigiosos cayó luego de varias denuncias de abuso. En la calle, la gente anduvo con su celular dispuesta a sancionar infractores y abusadores publicando en redes el primer atropello. La filosofía “Roba pero hace obra” ha sufrido un coscorrón, y la población ha castigado a la mayoría de políticos con fama de corruptos negándoles su voto y su apoyo en las encuestas. El perro es honesto y valiente, y en su año estuvimos listos para defender la verdad inspirados por él.
El castigo casi siempre está asociado a la justicia, y este año vimos muchas de sus manifestaciones. En el campo de la lucha feminista, por ejemplo, se lograron conquistas importantes. Luego de años en los que grupos feministas como el Comando Plath reclamaron que las ferias literarias estaban plagadas de hombres, en la FIL 2018 se vio una gran presencia femenina y muchas mesas sobre feminismo. En el Hay Festival Arequipa no hubo ni una mesa integrada solo por hombres, y presentó dos mesas dedicadas a los movimientos de sororidad femenina. El año del perro nos hizo ver también a muchos hombres del lado de la verdad, que actuaron con firmeza y valentía para combatir el abuso y la violencia. Muchos de ellos aliados del feminismo, hombres que no sostienen su masculinidad en el ninguneo ni en el maltrato a una mujer. Hombres que saben que un mundo con equidad es un mundo mejor para todos, no solo para las mujeres.
El 2018 fue un año de castigos para corruptos y abusadores, y también de castigos para las mujeres que quisieron ser libres.
Pero así como el perro es valiente, también es obsesivo. Este año los feminicidios aumentaron. 143 mujeres murieron a manos de sus parejas o sus ex parejas. 30 más que el año pasado. No es que haya más locos ahora, no. Los movimientos de lucha contra la violencia contra la mujer y la conquista de libertades de las mujeres generan fuertes sismos en los grupos más conservadores de la sociedad, y también en los cimientos internos de los hombres educados en la cultura del machismo, dentro de cual la mujer es una posesión, y un rechazo de parte de una de ellas es una afrenta a su masculinidad.
El 2018 fue un año de castigos para corruptos y abusadores, y también de castigos para las mujeres que quisieron ser libres. Esto va a seguir, desgraciadamente. Pero ojalá el año que viene podamos empezar a construir, poco a poco, un país en el que la denuncia y el castigo sean la excepción, y lo normal sea el respeto hacia la ley y hacia las personas. Ojalá que sigamos alzando la voz ante la injusticia, y escuchando al que se atreve a denunciar. Ojalá logremos implementar una educación orientada a combatir la discriminación y el abuso. Enseñar a los niños a valorar el bien común y la solidaridad tanto como el trabajo y el éxito personal. El 2019 es el año del cerdo, que simboliza la riqueza y la honestidad. El perro hizo el trabajo duro, ojalá el año que llega podamos ser chanchos honrados, bondadosos y vigilantes.