Fundación BBVA Perú
Publicado el 28 de julio del 2018
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A los 68 años, víctima de una dolencia estomacal que devino en infarto, falleció el poeta Enrique Verástegui Peláez, una de las más altas voces de la literatura peruana y fundador en los años 70 del decisivo Movimiento Hora Zero. Su deceso se produce el mismo día de la desaparición del intelectual y erudito Marco Aurelio Denegri, famoso por sus programas de TV.

Pocas veces la poesía ha estado tan cerca a las matemáticas y a la meditación de oriente como en la poesía de Enrique Verástegui. Uno de los autores que más se atrevió a desafiar los límites de la creación literaria y plasmar en sus versos el infinito misterio del alma humana. Precisamente, uno de sus poemas, “Si te quedas en mi país”, se puede disfrutar en la web Encuentra Tu Poema que promueve la Fundación BBVA Continental.

DE CAÑETE PARA EL MUNDO

Hasta la víspera de su muerte estuvo entregado a la poesía. Enrique Verástegui, junto a un destacamento de escritores había participado el jueves 26 de julio en el recital lírico que había servido de presentación para la antología “Poemas del hambre” en la Feria Internacional del Libro de Lima. Ahí estuvo junto al cantautor y escritor Alejandro Susti y el artista plástico Alfredo Márquez, y entre ellos posó para la foto que quizás sea la última que lo capta alzando el entusiasmo con una señal de esperanza y victoria.

Nacido en Lima el 24 de abril de 1950, mas su infancia y juventud transcurrieron en la apacibilidad de la calle O’Higgins en Cañete, donde a Enriquito se le conocía con el mote de Jarry. Para definir su ascendencia el poeta solía decir que, “Mi padre era de Jauja y mi madre de Cañete. Yo soy de San Marcos”. Una forma de anunciar su nacimiento al mundo.

No salió de su caleta natal hasta cumplidos los 20 cuando se dirigió al centro de Lima para seguir la carrera de economía con la que aparentemente se llevaba muy bien. Sin embargo, fueron las fuertes filias literarias las que determinaron su futuro convirtiéndolo en uno de los fundadores del renovador y decisivo Movimiento Hora Zero, el colectivo poético que integró junto a Jorge Pimentel, Juan Ramírez Ruiz, Jorge Nájar y Carmen Ollé.

La poesía de Hora Zero, impregnada de un espíritu nihilista se valía de los referentes populares, cotidianos y callejeros para cuestionar desde una posición política a las generaciones poéticas que los precedieron. Así fueron declarados como los parricidas de la Generación del 60.

Polémicas aparte, la temprana consagración de Verástegui como poeta ocurrió con “En los extramuros del mundo”, libro publicado en 1971 y de resonancia continental. De este poemario se extrae “Si te quedas en mi país”, que la actriz Norma Martínez declamó para Encuentra Tu Poema en una versión indispensable.

Esta web reúne una gran colección de poemas peruanos, más de 100 en la actualidad y la que figuran nombres como Manuel González Prada, Abraham Valdelomar, Luis Hernández, Blanca Valera, entre otros maravillosos poetas nacionales.

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NÚMEROS EXACTOS

Verástegui viajó por el mundo. Vivió entre Barcelona y París. En 1976 ganó la Beca Guggenheim de Nueva York y en Francia llevó estudios de Sociología de la literatura en la Ecole de Hautes Etudes en Sciences Sociales. Y después de toda esa odisea siempre regresaba a Cañete donde decía estaba el origen de todo, su yo como poeta.

En poesía, en medio de su profusa producción, los poemarios “Angelus Novus”, Tomo I y II (1989-1990), “Monte de goce” (1991), “Taqi Onkoy” (1993), “Ángel con laúd sideral” (2013) y se aprestaba a presentar en la Feria del Libro de Trujillo su más reciente compilado “Bodegón. Poemas recuperados 1973 – 1976”.

Más su producción intelectual es abrumadora y desmesurada. Fue periodista, guionista, matemático, filósofo, novelista. En narrativa sus títulos más llamativos son “Terceto de Lima” (1992), “Teorema del anarquista ilustrado” (2009) y “La máquina del crepús/culo” (2012).

LA CASA NO ESTÁ

En agosto del año pasado Verástegui volvió una vez a Cañete a visitar el espacio donde alguna vez estuvo la casa familiar en la que creció. La devastación del terremoto de 2007 propició su demolición y con ello el anuncio de la partida. Los viejos libros familiares terminaron embalados en cajas que el poeta no se atrevía a desarmar. Tras la pérdida de su padre, Verástegui dejó de escribir sus diarios y empezó una lenta recuperación de su pasado con la compilación de sus poemas setenteros.

La muerte lo sorprende en ese camino de retorno, en esa vuelta a casa.

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