Fundación BBVA Perú
Publicado el 12 de enero del 2023
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Convertido en el editor peruano por excelencia, Juan Mejía Baca consagró su vida a difundir la cultura a través de la lectura. Una pasión que lo impulsó a publicar la obra de grandes autores peruanos y coleccionar obras de César Vallejo, ejemplares que hoy custodia la Fundación BBVA. Al cumplirse los 111 años de su nacimiento honramos su legado. 

De todos los trajines literarios ninguno tan entrañable como el de editor. Y de todos los grandes editores peruanos destaca el nombre de Juan Mejía Baca, un hombre que publicó a más de 145 autores y se desempeñó como Director de la Biblioteca Nacional.

Del norte vengo 

Nació en Piura el 17 de enero de 1912. De padres lambayecanos, estudió en el Colegio San José de Chiclayo, para luego viajar a Lima y estudiar medicina en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Carrera que por razones económicas abandonó. Luego siguió Letras y Ciencias Políticas; sin embargo, las estrecheces materiales lo volvieron a frustrar.

Se agenció el sustento como violinista en varias orquestas. Así logró acumular el capital necesario para abrir una librería. Quedaba en el Jr. Azángaro 722, en la antigua calle Los Huérfanos, en el Centro de Lima, a un paso del jirón Puno. Alguna vez declaró: “como músico gané más dinero que en ninguna otra actividad posterior”.

Azángaro 722

En 1945 obtuvo su patente como editor e inicialmente importó libros de medicina, diccionarios y enciclopedias de diversos temas. A mediados de los años 50, convencido de la necesidad de difundir la cultura a través de los libros, se asoció con el editor Pablo L. Villanueva, con el que empezó a publicar a autores peruanos. Fue parte de la iniciativa de “Ediciones Populares”, la cual era dirigida por el novelista Manuel Scorza y se caracterizaba por su amplio tiraje a precios populares.

Poco a poco, su librería fue convirtiéndose en punto de encuentro de intelectuales y académicos. Acudían Raúl Porras Barrenechea, Sebastián Salazar Bondy, José María Arguedas, Jorge Basadre, Martín Adán, entre otros. Precisamente, la foto de Porras, Martín Adán y Mejía Baca aparece en el libro «Baldomero Pestana. Retratos peruanos», publicado por la Fundación BBVA en 2016.

Letra de molde

Mejía Baca publicó en 1954 “Fuentes históricas peruanas” de Porras Barrenechea, a Luis E. Valcárcel le edita su “Diccionario enciclopédico del Perú”, y a Luis Alberto Sánchez “Historia de la literatura peruana”. También publicó en 1962 “Lengua y estilo” de Luis Jaime Cisneros, tan solo por citar algunas de estas obras consideradas hoy fundamentales.

Su labor incluyó además la realización de festivales del libro y la organización de concursos de novela. Sin embargo, a mediados de los años 80, el terrorismo y la crisis económica, obligaron a don Juan a cerrar su legendaria librería.

La colección Vallejo

Mejía Baca coleccionaba obras de César Vallejo así como estudios de su obra. El 16 de marzo de 1989 suscribió el acta de donación de 179 de estos libros al entonces Banco Nor Perú Continorte, hoy BBVA, para ser exhibidos permanentemente en la sala César Vallejo de la Casa de la Emancipación, actual sede de la Fundación BBVA en Trujillo.

Dicha colección se muestra en una de las dos salas permanentes con las que cuenta esta casa.

Además, en la Biblioteca Virtual de la Fundación BBVA se puede acceder gratis a las ediciones digitalizadas de los libros de César Vallejo en distintos idiomas. 

En el despacho de Palma

Durante los años 1986 y 1990, don Juan se desempeñó como Director de la Biblioteca Nacional del Perú. Su gestión fue trascendental: consiguió ante el Congreso la asignación del terreno para la construcción de la nueva sede de la Biblioteca Nacional, la cual funciona hoy en San Borja.

Adquirió 150 mil placas del archivo fotográfico de los hermanos Eugène y Aquiles Courret, testimonio visual de la sociedad limeña de los siglos XIX y XX. Además gestionó la donación de un millón de dólares en equipos de cómputo de la empresa IBM.

Su pensamiento permanece vigente: “El progreso de una nación se logrará en la medida en que aumente el nivel cultural de sus habitantes y que estos conviertan su voluntad en acción”. 

El paso a la eternidad

El 28 de mayo de 1991, tras padecer un agresivo cáncer al páncreas, falleció en el Hospital Rebagliati. Frisaba los 79 años. Tal como lo solicitó, no hubo velorio y fue cremado en el cementerio Británico del Callao. Sus cenizas fueron esparcidas en el mar del Puerto Eten, donde el niño Juan tantas veces contempló al sol ocultarse tras el horizonte.

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