Hace exactamente un siglo – el 26 de febrero de 1920 – nació en Bangu, Río de Janeiro, José Mauro de Vasconcelos. Un nombre tan imprescindible como inesperado en las letras brasileñas. De extracción humilde, desempeñó toda suerte de oficios antes de decidirse por la literatura. Del mundo por él conocido se valió para confeccionar sus novelas, siendo “Mi planta de naranja-lima” el título que le confirió fama y reconocimiento internacional.
José Mauro de Vasconcelos tenía 49 años cuando en 1968 publicó su más célebre novela. Para entonces ya era un escritor con cierto oficio. Se inició en la literatura a los 22 años, tras un largo trajinar por todo tipo de trabajos. Desde entrenador de box, pescador, mozo de ‘boîte’ y hasta maestro de escuela.
En algún momento optó por los estudios de medicina, los cuales abandonó finalizado el segundo año. Errante y díscolo, Vasconcelos recorrió su patria de sur a norte, se internó en la selva agreste donde conoció a profundidad a los indios. Siendo hijo de una altiva nativa, su vínculo con las comunidades indígenas iba más allá de la ayuda social. Fue en realidad un guía y un maestro.
Vivir para contarlo
Devuelto a la ciudad, su carrera se orientó por la vida, más que por la subsistencia. Fue modelo del escultor Bruno Giorgi para el monumento de la juventud que se encuentra en el jardín del Ministerio de Educación en Río. Habiendo ganado una beca a España, cambió las lecciones por recorrer las ciudades de Europa. Era básicamente su etapa aprendizaje.
La carga autobiográfica en la obra de Vasconcelos se aprecia en las referencias de Zezé, el inquieto y pequeño protagonista de “Mi planta de naranja-lima”. Su difícil infancia encuentra paralelo en los primeros años del escritor, derivado a la casa de los tíos para poder enfrentar las estrecheces económicas de la familia.
Vasconcelos comparte las genuinas emociones de un niño que encuentra consuelo en sus dos mejores amigos: su planta de naranja-lima y el viejo Portuga. Amigos que en realidad son el refugio de lo que le toca vivir en casa. Perderlos representa todo el drama de la novela, que quiebra el temple hasta del lector más plantado.
Detrás del sol
Pero, Vasconcelos pudo seguir atisbando la vida de su personaje. A Zezé lo encontramos, ya mayorcito, en la continuación de la novela, “Vamos a calentar el sol” (1974), que es una suerte de aprendizaje de los nuevos retos que supone la vida.
Los lectores más ávidos encontrarán además que existen dos novelas con Zezé de protagonista – “Doidao” (1963) y “Las confesiones de Fray Calabaza” (1966) – que fueron publicadas fuera de orden cronológico y que, para decirlo en términos actuales, constituyen una suerte de precuelas y secuelas de “Mi planta de naranja-lima”.
Una centena
José Mauro Vasconcelos falleció el 24 de julio de 1984 a la edad de 64 años, dejando tras de sí una estela indeleble en los corazones de todos sus lectores. Porque nadie es inmune a las emociones de su novela, ni de niño ni de adulto. Y ahí radica su grandeza de autor que trasciende las edades, las modas y las épocas. Y por las que ahora celebramos el centenario de su nacimiento.
En la actualidad José Mauro de Vasconcelos debe ser junto a Jorge Amado, el autor brasileño mejor conocido en todo el planeta. A su vez, “Mi planta de naranja-lima”, la cual ha sido llevada al cine en dos ocasiones en 1970 y en 2012, sigue siendo editada como la misma demanda de hace 52 años.
La Fundación BBVA, comprometida con la difusión de la lectura tanto en su programa Leer, dedicado a afianzar comprensión lectora de zonas vulnerables del país; así como a través de su página de lectura poética, Encuentra tu poema, se suma a estas celebraciones por el centenario del nacimiento de José Mauro Vasconcelos, un autor entrañable para la literatura brasileña y de la América entera.