A los 54 años falleció el actor y cantante Diego Bertie. Una de las figuras más representativas del mundo artístico, con una carrera de más de treinta años vinculada al teatro, al cine, la televisión y la música. Su partida representa una gran pérdida para la actividad cultural del país.
Era apenas un adolescente cuando descubrió su vocación como actor de teatro. La fascinación que sintió al acudir con su padre a disfrutar de los dramas y musicales que se presentaban en las salas de Broadway, en Nueva York, fue la que selló su destino.
Un talento precoz
Quien vio en él todo su potencial artístico fue Osvaldo Cattone. La biografía oficial de Diego Bertie señala que “Annie”, presentada en 1987 en el Teatro Marsano con Claudia Sacha como una de las protagonistas, fue su primera obra de teatro como actor profesional. Pero el talento de Diego ya se había manifestado desde los tiempos del colegio. Solía cantar en las fiestas de promoción y era el vocalista de Imágenes, una de las agrupaciones de rock surgidas a finales de los años 80, en días de terrorismo e hiperinflación.
Si bien su carrera mediática se inició con las telenovelas, primero con “El hombre que debe morir” en 1989, y después de modo consagratorio con “Natacha” en 1990; Diego Bertie no tardaría en demostrar que estaba muy por encima del encasillamiento de galán de melodramas. Como hombre vinculado al cine y al teatro —actividades con las cuales la Fundación BBVA mantiene un profundo compromiso— Diego Bertie constituye una de las principales figuras de la vida artística del Perú en los últimos 30 años. Aquí un homenaje a su legado y trascendencia.
En el teatro
Aunque su labor sobre las tablas resulta vasto, algunas representaciones permanecen en la memoria. Se destacan “Bodas de Sangre” de Federico García Lorca y “La vida es sueño” de Calderón de la Barca, ambas puestas en cartelera durante 1994.
En 1999, sobre los escombros del Teatro Municipal de Lima (que se incendió antes de un show de Eva Ayllón en 1998) Diego Bertie participó en el montaje de “El Rey Lear” de Shakespeare, junto a los consagrados Alberto Ísola y Milena Alva.
La versatilidad de Bertie apareció en “Fausto” en 2001, “La ópera de los tres centavos” en 2003 y “El jardín secreto” en 2007. También en “La jaula de las locas” (2010), “Carmín, el musical” junto a Leslie Shaw (2011) y “La novicia rebelde” (2013) con María Grazia Gamarra.
Hizo de Homero en el Musical de los Locos Adams (2013), junto a Fiorella Rodríguez, estupenda en el rol de Morticia. Otro de los musicales en los que participó fue “Mamma Mía!” en 2015, cantando en vivo los temas del grupo sueco Abba.
En el cine
Son varias las cimas de Diego Bertie en la pantalla grande. En 1993 interpretó a un camarógrafo cubriendo los sangrientos sucesos del motín de El Sexto. En esta cinta, basada en hechos reales, Marisol Palacios interpreta a una sagaz reportera.
En “Sin compasión” (1994) de Francisco Lombardi, una adaptación cinematográfica de “Crimen y castigo” de Dostoyevski, Bertie interpretó a Ramón Romano, una suerte de moderno Raskólnikov. Mientras que la también desaparecida Adriana Dávila, representó a la joven Sonia Martínez.
Pero fue su representación del desfachatado Gino Leyva en la película “Bajo la piel”, también de Francisco Lombardi, la que le valieron los mejores elogios. Rodada en 1996 en la costa norte del Perú, tuvo como co-protagonistas a la española Ana Risueño y al peruano José Luis Ruíz.
En 2001 interpretó a Jerónimo de Ávila en “El bien esquivo” de Augusto Tamayo. Desde entonces se dedicó a varios proyectos en cine televisión, quedando pendiente la póstuma “La herencia de Flora”, junto Paloma Yerovi y también dirigida Tamayo.
Diego Bertie fue un artista singular en el cine y teatro peruanos. La Fundación BBVA, reafirmando su compromiso con el arte y la cultura de nuestro país, rinde homenaje a su impronta en los más de 30 años de trayectoria artística en los que brindó su talento, carisma y espíritu.