Fundación BBVA Perú
Publicado el 31 de octubre del 2019
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Se cumplen cien años de la trágica y temprana muerte de Abraham Valdelomar, una de las más exquisitas y versátiles expresiones de la literatura peruana. No hubo arte creativo que le fuera ajeno, pero han sido sus cuentos y poemas los que mejor han trascendido a través del tiempo.

Abraham Valdelomar nació el 27 de abril de 1888. Hijo de un empleado de aduana, pasó su niñez en las apacibles costas de Pisco y Chincha, luego se mudó a Lima para realizar sus estudios escolares en el Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, donde se distinguió entre el hacendoso alumnado como ingenioso escritor y dibujante.

Inició estudios en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que dejó inconclusos. La bohemia periodística y literaria fue decisiva. Y aunque se inició como caricaturista de publicaciones satíricas como Fray KBzón, Monos y Monadas y Variedades, pronto destacó también como poeta.

Valdelomar, sin embargo, abarca todas las vertientes literarias. Escribe teatro, ensayos, crónicas de viaje, entrevistas, aforismos, refranes, sátiras. Pero sin duda destaca magistralmente en cuento y poesía.

Versos de Abraham

Precisamente con sus poemas, la Fundación BBVA, en su labor de difundir mayor cultura para generar mayores oportunidades de desarrollo, ha realizado varias actividades.

En la página Encuentra tu poema, aparecen personalidades como Alberto Ísola leyendo “Tristitia” y Erika Villalobos leyendo “El hermano ausente en la cena pascual.

También el año pasado el concurso “Roma con Valdelomar”, que convocó a miles de participantes, permitió a la ganadora, Isabel Jurado, llevar los versos de “Tristitia” hasta el mismísimo coliseo romano. Aquí la puedes apreciar:

El premio rindió tributo al viaje a Europa que, entre agosto de 1913 y abril de 1914, realizó Valdelomar en su condición de Secretario de la Legación diplomática peruana en Italia. Durante este periplo escribió sus “Crónicas de Italia” y organizó lo que será su libro de cuentos “El Caballero Carmelo”.

Un dandy en provincias

Dueño de una sofisticada y arrogante personalidad, el escritor se declara como un artista total. Así se lo hace saber a un sorprendido periodista del diario El Tiempo de Chiclayo, en la entrevista publicada el 28 de julio de 1918.

“Yo no soy un escritor. Un escritor es un espíritu para cual la Naturaleza es bella a través del lenguaje. Yo soy un artista, es decir, un hombre para el cual la Naturaleza es bella en su aspecto y en su sustancia, en su unidad… El escritor copia un aspecto de la Naturaleza; el artista es un pedazo de la Naturaleza”.

Tras fundar y dirigir los tres primeros números de la revista Colónida, en 1918 Valdelomar inició una incansable gira por Trujillo, Piura, Chiclayo, Cajamarca, donde dicta conferencias y pronuncia hermosos discursos que reseñan los periódicos.

En 1919, reinicia su frenético tour, esta vez en el sur. Viajó a Mollendo, Moquegua, Arequipa. Visita Puno y Cusco, quería llegar a Bolivia, pero optó por regresar a Pisco, su tierra. Sus adeptos lo postulan a una diputación regional en la que sale electo el 24 de agosto de ese año.

El viaje fatídico

Llegó a Huancayo el 22 de octubre, donde el soroche estuvo a punto de hacerlo regresar. Sin embargo, animado por sus incondicionales, partió a Ayacucho donde es elegido secretario del Congreso Regional del Centro y en su honor se organizó para el 1 de noviembre una cena en el hotel Bolognesi.

Antes de sentarse a la mesa, Valdelomar pidió permiso para estar a solas. El Conde de Lemos se ha mostrado intranquilo, horas antes preguntó por un farmacéutico. Cae de espaldas en la escalera del hotel, lastimándose gravemente. Agoniza y el 3 de noviembre de 1919, fallece a las 2 de la tarde. Tenía 31 años.

Terminó así una de las más notables carreras literarias de nuestro país y a cuya memoria la Fundación BBVA rinde sentido homenaje.

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